“A mí no me matan, mi seguro es el pueblo, porque mi posible asesino sabe que a él lo matan en el momento en que me mate y ese es mi seguro de vida”, respondía Jorge Eliécer Gaitán, abogado, político, profesor y caudillo liberal colombiano, cuando sus allegados le pedían que contratara un guardaespaldas que le brindara protección debido a sus pronunciamientos y postura política, los cuales eran contrarios a la ideología defendida por el Gobierno conservador de turno comandado por Mariano Ospina.
La respuesta de Gaitán se volvió realidad el 9 de abril de 1948, día en que su presunto homicida, Juan Roa Sierra, fue linchado luego del asesinato. Los fuertes episodios de violencia desencadenados en Bogotá y todo el país a raíz de su muerte son conocidos como el Bogotazo.
Jorge Eliécer Gaitán representaba la lucha por la reivindicación social y los derechos de los menos favorecidos. Además, en sus discursos defendía disminuir los privilegios de algunos, lo que generaba que la mayoría de los ciudadanos apoyaran su candidatura presidencial al sentir que representaba sus intereses. Por eso, su muerte generó un impacto en la población que había puesto en él su esperanza de tener una mejor calidad de vida. Las personas salieron a las calles de la capital a expresar su indignación, algunos, de acuerdo con los relatos recopilados en el libro ‘El Bogotazo : memorias del olvido’, se enfrentaron a la policía, realizaron saqueos a locales comerciales, incendiaron las instalaciones de El Siglo, periódico conservador, los tranvías y ciertas edificaciones públicas.
Aunque han pasado 74 años, sobre el autor o autores del crimen, la razón y manera en que se produjo su muerte aún existen distintas hipótesis que hacen todavía más grande la imagen de este personaje clave en la historia política del país.
La hipótesis más fuerte recoge que Juan Roa Sierra, desempleado y miembro de la secta de los rosacruces, es el único autor del homicidio de Gaitán. Esta es la conclusión de la Sala Penal del Tribunal Superior de Bogotá en 1978, considerando que Roa le propinó tres disparos al líder liberal mientras este se encontraba en la entrada del edificio Agustín Nieto en Bogotá, aunque hay muchos que consideran ilógica esta deducción.
Asimismo, se ha llegado a afirmar que este individuo actuó como venganza debido a que días antes al 9 de abril le pidió trabajo a Gaitán y este no le brindó ayuda. Sobre lo anterior, considera Miguel Torres en su libro ‘El crimen del siglo’, que si esta hubiera sido su razón para asesinar a Gaitán, de manera similar habría reaccionado cuando su compañera sentimental lo sacó de su casa o cuando sus hermanos le dieron la espalda.
Según lo compartdo por Enrique Santos Molano en su artículo ‘El día que mataron a Gaitán’, Roa, al empezar a ser perseguido por la multitud logró refugiarse en la Droguería Granada, donde desmintió haber participado en el asesinato y les indicó a los policías que alguien había gritado que él había sido el agresor y que debido a esto comenzó a correr. En esta misma línea, existen relatos que alegan que el revólver no fue accionado por él sino por un individuo que tenía aspecto psicótico —como quien ha perdido el contacto con la realidad— y después de disparar, puso el arma en las manos de Roa. Este huyó junto a otra persona, mientras un tercer individuo señalaba a Roa como el asesino y alentaba a la multitud a que atentara contra su vida. Sobre lo anterior, Gabriel García Márquez en su autobiografía, cuenta que vio a un sujeto vestido con ropa elegante animando a las personas para que atacaran a Roa y luego desapareció en un lujoso carro mientras este último estaba siendo abatido por la muchedumbre .
Sobre la personalidad de Roa existían diversas perspectivas, incluso por parte de su familia. Su hermano, Luis Alberto Roa, lo describía como alguien sencillo, jocoso, común y corriente. Por otra parte, su madre, contaba que en los últimos ocho meses de su vida había notado en él detalles extraños, como que se creía la reencarnación de Francisco de Paula Santander. Asimismo, María de Jesús Forero, compañera sentimental, relató que él llevaba un recorte de El Tiempo de una foto de Santander y afirmaba con seguridad que había reencarnado en él. Lo anterior solo puede parecer absurdo, cualquier idea podría cruzarse por la mente, menos pensar en que el presunto responsable de este magnicidio pudiera ser alguien que se creía un militar y político colombiano del siglo antepasado.
Existe la teoría de que el asesinato haya sido por parte de la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos —CIA por sus siglas en inglés— por encargo de las oligarquías colombianas debido a los pronunciamientos antiimperialistas pregonados por Gaitán en sus discursos. Pese a múltiples solicitudes, no ha sido posible acceder a los archivos internacionales que posee Estados Unidos sobre este día. Asimismo, de acuerdo
con el relato de John Mepples, agente secreto norteamericano— recogido en el artículo ‘Notas a la decisión judicial sobre la muerte de Gaitán’— la CIA ordenó la “eliminación física” de Gaitán en razón a que este se negó a ceder a un soborno, fue espiado días antes de su muerte y registrado fotográficamente fuera del edificio en el que estaba ubicada su oficina.
Incluso después de 74 años de la muerte de Gaitán y de estar viviendo las consecuencias de la violencia aumentada por ese suceso, aún se tienen más preguntas que respuestas, muchas teorías con incongruencias y conclusiones ilógicas y un fallo del Tribunal en firme que no impide que muchos duden.