Foto: César Hernando Flórez / Plataforma UPB
Desde 2011 cuando El Tribunal Administrativo de Santander ordenó por primera vez el cierre del relleno sanitario El Carrasco, la situación de la gestión y la disposición final de los residuos sólidos que produce Bucaramanga, y los 15 municipios de Santander que usan este relleno, ha estado en un constante debate sobre qué se debe hacer. Sin embargo, hasta la fecha aún no se ha presentado ninguna solución por parte de los gobiernos locales frente a esta problemática.
El impacto al medio ambiente, las afectaciones a la salud de los habitantes de los barrios aledaños, la contaminación a las aguas subterráneas y redes híbridas, como la quebrada La Iglesia, son consecuencia de las fallas administrativas y de gestión que se presentaron desde que se comenzó a utilizar este terreno como el sitio para la disposición final de los residuos sólidos de Bucaramanga.
Hace 43 años este relleno sanitario inició siendo un vertedero a cielo abierto y sin ningún tipo de manejo técnico operó así durante siete años. Posteriormente, en 1997 las Empresas Públicas de Bucaramanga, presentaron a la Corporación Autónoma Regional Para la Defensa de la Meseta de Bucaramanga, CDMB, un Plan de Manejo Ambiental que fue aprobado a través de la Resolución 753 del 13 de agosto de 1998 y así se dio paso al funcionamiento de El Carrasco, como se conoce hoy en día.
No obstante, a pesar del plan de acción establecido y los seguimientos de control que ha recibido este relleno sanitario por parte de entidades públicas como la CDMB y la Autoridad Nacional de Licencias Ambientales, Anla, la emergencia sanitaria declarada por el municipio de Bucaramanga ha sido prorrogada en diferentes ocasiones y a su vez, se han presentado situaciones críticas como lo fue el deslizamiento de la celda 4 que ocurrió el 3 de octubre de 2018.
¿Qué es un relleno sanitario?
Los rellenos sanitarios son uno método utilizado para disponer y gestionar los residuos sólidos verdes, hogareños e industriales que se producen diariamente. Es importante la eliminación y tratamiento de estos desechos, porque de no hacerlo correctamente se generarían afectaciones ambientales y en la salud.
Según Fernando Calvo Redruejo, Dr. Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos, y director de Proyectos en PROMA, el funcionamiento de los rellenos sanitarios depende de diferentes aspectos. En primer lugar, es indispensable contar con un espacio donde el propio medio ambiente tenga la capacidad de contener el movimiento que va generando la acumulación constante de residuos en un mismo punto. En segundo lugar, en la construcción del relleno debe primar la protección al entorno físico e hibrido, debido a que, al disponer las basuras en este espacio, se van a producir emisiones de gases y lixiviados que se deben contener, “un relleno sanitario siempre va a producir emisión, entonces es muy importante que la propia construcción conciba la capacidad de retener estas emisiones y drenarlas” afirmó Fernando Calvo.
Conforme los residuos van entrando en el espacio habilitado para su disposición, se construyen celdas donde se almacenan las basuras que después serán cubiertas con material de cobertura. En todo este proceso, se debe explotar y controlar para contener la precipitación de los desechos y lograr generar drenajes internos que permitan que el relleno sanitario emita el biogás.
En el caso de El Carrasco, la mala gestión que recibió en sus primeros años de funcionamiento, el no cumplimiento de las características ambientales y técnicas requeridas para su correcto funcionamiento, como lo ha denunciado la Contraloría General de la República, y no la separación residuos que sirven para el reciclaje o compostaje, dan resultado los riesgos de colapso y las afectaciones medioambientales de la zona. Según José María Fernández, Dr. Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos, y Gerente de PROMA, “en Bucaramanga lo que está pasando es esto, toda la masa de residuos se está metiendo en el relleno con lo cual es todavía más difícil de manejar y se agravan los problemas como el riesgo de deslizamiento”.
El futuro para la gestión de residuos sólidos de Bucaramanga
Según el Informe de Disposición Final de Residuos Sólidos de la Superintendencia de Servicios Públicos Domiciliarios, El Carrasco en el 2019 recibió 197.024 toneladas de basuras que fueron dispuestas en las celdas de respaldo habilitadas mientras se resolvía el futuro de este relleno.
En el 2019, durante el seguimiento ambiental que la Anla hizo al relleno durante los meses de mayo y junio, la entidad manifestó por medio de un comunicado que se “evidenció el incumplimiento de las obligaciones consignadas en los diferentes actos administrativos emitidos por esta Autoridad”. Además de esto, también se dio a conocer que “se desconocen las medidas que, de carácter urgente, fueron solicitadas a la Empresa Municipal de Aseo de Bucaramanga (EMAB) para remediar los afloramientos, fugas, vertimientos irregulares y la capacidad insuficiente evidenciada de almacenamiento de estas sustancias”.
Frente a esta crisis se han tratado de encontrar y definir nuevas alternativas tecnológicas, como la planta generadora de energía a partir de residuos sólidos que se encuentra en el departamento de San Andrés, para disponer de una mejor forma las basuras. No obstante, debido a diferentes aspectos ambientales, técnicos, financieros y administrativos, no se ha logrado encontrar una solución viable por parte de las entidades que están a cargo del funcionamiento de El Carrasco.
En el mundo existen diferentes soluciones tecnológicas como la gasificación, pirólisis e incineración que permiten gestionar la fracción de residuos que no pueden ser usados en el reciclaje y compostaje. Aun así, aunque estas tecnologías permitan un mayor aprovechamiento, son muy costosas y casos así se presentan en varios países europeos, como lo afirmó José María Fernández, “en España por cada tonelada que se valoriza energéticamente hay que pagar 70 € ($304.706 aproximadamente) por tonelada. Como solución tecnológica existe esa valorización energética, pero como solución económica en determinados territorios no es una opción”.
Aunque se puede buscar otras formas de valorización energética más económicas, primero se debe reducir la cantidad de residuos que ingresan a los sitios de disposición final, es decir, se debe realizar una correcta separación de los residuos de reciclaje, los orgánicos y los no aprovechables, para que de esta forma, solo el material que no se puede reutilizar sea el que termine en los vertederos para ser tratados, ya sea bajo los procesos de funcionamiento de un relleno sanitario o de una plan de tecnología alternativa.
Según Fernando Calvo, también es importante “aprender qué es un relleno sanitario controlado, esa es la tecnología que hay que perseguir. Después se debe pensar en cómo darle servicio al ciudadano para que pueda sacar y separar sus residuos, es decir, concienciar a la ciudadanía de que el residuo es un vector sanitario y que su residuo tiene dos vertientes: un peligro ambiental y de salud, y un recurso con la posibilidad de recuperarse”.
Si los gobiernos locales construyen un nuevo relleno sanitario donde desde su inicio se cumplan con todos los parámetros de funcionamiento, gestión, tratamiento y aprovechamiento, de la mano de procesos de reciclaje por parte de la ciudadanía, donde se entienda que los residuos de cada persona tienen un valor y una afectación en la salud y en el medio ambiente, se estaría disponiendo de una instalación de impacto asumible y sostenible donde se podrá incursionar, de forma más responsable, nuevas formas de aprovechamiento, pero primero, se debe generar conciencia ambiental colectiva.