La situación actual del país ha permitido que algunos colegios y universidades de la ciudad puedan volver a las aulas por medio del modelo de alternancia.
En las universidades, la alternancia se ha visto en carreras de la salud o aquellas que requieren de un componente práctico de laboratorio, pero, estos espacios prácticos no son suficientes para algunos y el proceso de aprendizaje, sienten muchos de ellos, que es a medias.
Desde el 30 de noviembre del 2020, los estudiantes de la facultad de Microbiología de la UIS se encontraban en cese de actividades, pues no recibían garantías educativas en su carrera cuyo componente mayoritario es práctico. Al no obtener una respuesta favorable a sus peticiones, optan como último recurso el plantón y la huelga de hambre realizada el 18 de febrero del 2021.
Julián David Díaz Ariza, estudiante de octavo semestre, habló con Plataforma y dijo que lo único que estaban buscando mediante esta instancia era garantizar el derecho a la educación de calidad, pues como afirma, solo se les estaba permitiendo un 25 por ciento de laboratorios, lo que equivale a hacer uso de máximo dos de estos escenarios por asignatura. Por más simuladores y vídeos, no suplían la necesidad del aprendizaje experimental que es en lo que esta carrera se centra.
Por su parte, la escuela envió un comunicado a la comunidad en donde afirmaba que los estudiantes exigían de manera muy fuerte y que finalmente, el retorno a las aulas no era posible, salvo aquellas prácticas que no podían ser reemplazadas con simuladores. Agregaron que dichos escenarios solo se podrían dar cuando fuesen aprobados y con normas de bioseguridad.
Desde principios del mes de febrero del año en curso y, por recuperación de capacidad hospitalaria y un balance a la baja en casos de contagios, favorables para recuperados y número de fallecidos, la Gobernación de Santander dio luz verde a la alternancia siempre y cuando se cumplieran los protocolos establecidos. En una facultad de salud, siempre han existido estos protocolos, antes de la pandemia, por lo que muchos estudiantes pensaban en ello.
La presión estudiantil dio sus frutos y se logró llegar a acuerdos con la escuela, entre los que destacan el no tomar represalias en contra de aquellos que protestaron de manera pacífica, una representación desde decanatura y lo que más estaban esperando, aumentar el número de laboratorios pasando de uno a dos por materia durante todo el semestre a ocho, nueve y hasta 10 espacios de práctica durante el semestre. Desde Vicerrectoría Académica de la institución tuvieron el garante en este proceso de acuerdo entre las partes.
Para ellos, llegar a este acuerdo es un logro, pues afianza más su proceso académico, permitiendo aprender mediante ensayo y error todo lo que deben desarrollar como profesionales.