“Nos dimos cuenta hace como tres años que estaba sufriendo eso (…) si uno hubiera sabido como era el Alzheimer pues hubiera sido otra la historia”. Así fue como inició un viaje sin fin para la familia Quintero Suárez, en donde su mamá, Lilia Suárez Neira, se embarcaría en un viaje en el que sus memorias se irían desvaneciendo como la espuma del mar.
En palabras de la psicóloga clínica, Erika García, el Alzheimer “se puede percibir como una pérdida o un fallo en la memoria, el entendimiento, el juicio, el habla, el cálculo, el pensamiento, la orientación, la lógica, las funciones básicas, entre otras, y esto varía dependiendo del nivel de evolución que ha tenido el Alzheimer como tal”. La psicóloga también aclaró que no todo es un deterioro simultáneo, sino que se va dando de manera progresiva: “Existe una disminución en la masa cerebral como tal, entonces ya empieza a existir desorientación tanto temporal como espacial, deterioro intelectual, personal, hasta que llega un punto, que es el más avanzado, en donde sus funciones más básicas se deterioran por completo”.
De la misma manera miles de familias viven experiencias similares a las relatadas por Luis Quintero y Erika García, pues según las estadísticas de la OMS cerca de 50 millones de personas en todo el mundo padecen algún tipo de demencia, siendo la más común el Alzheimer.
La señora Lilia nació en Santa Elena del Opón, en Santander; sin embargo, formó su vida en Bucaramanga, en donde ha vivido por más de 30 años. Fue en esta ciudad en donde junto a su esposo dieron vida a su emprendimiento de zapatos y también fue la ciudad que vio partir al otro mundo a su pareja, de eso ya van 21 años. Pero a pesar de todo, la señora Lilia continuó su vida en la ciudad, acompañada por su hijo, Luis.
Hace aproximadamente tres años, él tomó la decisión de llevar a su madre con un doctor para que le atendiese, pues ella comenzó a comportarse de formas poco usuales, lo que le alertó. Cuando los exámenes finalizaron, el doctor diagnosticó algo no muy alentador: su mamá, la mujer que lo crio con tanto cariño empezaba a padecer una enfermedad lenta y silenciosa que la iría haciendo olvidar poco a poco todo lo que una vez ya había aprendido; el veredicto había sido claro, su mamá había sido diagnosticada con Alzheimer.
“Ella repetía mucho las cosas de su juventud, de cuando estaba en el campo”, así narra Luis las constantes repeticiones que su mamá realizaba y que para muchos expertos explica cómo con el paso del tiempo se agravan los síntomas de esta afección, por lo que el paciente se vuelve completamente dependiente a un cuidador, ese suele ser el primer indicio, el deterioro progresivo de la memoria, uno que los lleva incluso a olvidarse de las personas con las que han convivido a lo largo de su vida.
Por otro lado, es evidente que esto no es un proceso sencillo, ni para los pacientes, ni para sus familiares, que en todo este cambio “deben empezar a adaptar su estilo de vida, a tomar nuevas cosas, para hacer más viable el proceso que están viviendo con la persona a las que le están haciendo el acompañamiento”, explicó la psicóloga, Erika García.
Lastimosamente, para la familia Quintero Suárez la situación era demasiado compleja, “Se le agudizó mucho la cosa, hasta que tocó recluirla allá, en el centro geriátrico Renacer”, eso es lo que cuenta su hijo, quien la acompañó desde que fue diagnosticada, sin embargo, hace unos años este tuvo que desistir en el cuidado de su madre, pues a él le tuvieron que operar de un meningioma y sus propias complicaciones de salud le hacían imposible la tarea de hacerse cargo de la mujer que le dio la vida.
“Para las familias siempre es una preocupación, por eso buscan sitios como hogares y ahí es donde van a estar mejor cuidados”, fue lo que mencionó Blanca Chanagá, una de las enfermeras que trabaja en el hogar geriátrico en donde se encuentra residiendo actualmente la señora Lilia, explicando por qué los hogares suelen ser una respuesta constante a situaciones como estas.
Tras su salida del hospital, Luis junto con su hermana tomaron la decisión de llevar a su madre a Bogotá, sin embargo, estando allá la dejaron caer y rápidamente sus hijos decidieron trasladarla de vuelta a Bucaramanga, pero los problemas no acabaron ahí, cuando recién ingreso al hogar geriátrico Renacer volvieron a dejarla caer en dos ocasiones, lo que provocó que ella fuese intervenida quirúrgicamente tres veces en dos días, aun así, las personas del hogar fueron de gran apoyo para la familia, por lo que al estar recuperada la mujer regreso al hogar geriátrico en donde se encuentra hasta hoy.
“Ella llegó hablando, caminando”, fue lo que nos relató, Blanca cuando preguntamos por ella. En cambio, tras tres años en el hogar, la enfermedad ha dejado claros estragos en su persona, ya no puede hacer las actividades de las que disfrutaba en el pasado, dibujar, colorear, asistir a la eucaristía, todo eso ya quedó en el ayer, ahora es una persona que ha sido silenciada por su enfermedad, incapaz de disfrutar de todas las actividades de la que antes solía gozar.
Por esto motivo, con el fin de evitar o en su defecto, saber sobrellevarlas situaciones como esta, Erika García recomienda “…empaparse de cómo es la enfermedad del Alzheimer, es importante que la familia conozca los síntomas que se presentan dentro de esta enfermedad, a su vez es necesario que tengan un apoyo emocional, orientación psicológica y que puedan asistir a ciertos programas educativos que les puedan brindar un mejor manejo de la situación.”, fue lo que mencionó la psicóloga haciendo un llamado a la concientización sobre estos temas.
A pesar de todos los problemas que trajo consigo la pandemia, el apoyo y amor de su familia nunca han faltado, especialmente el de su hijo, Luis, quien se ha dado a la tarea de cuidar de su mamá. Aunque tuvieron que separarse por más de un año su atención, preocupación y cariño siguieron intactos, hasta que pudiera reencontrarse con su mamá, una vez la situación sanitaria no fuera de alto riesgo para ella y los demás adultos mayores del hogar.
No obstante, sus hijos estaban seguros de que su mamá se encontraba en buenas manos y en un lugar cómodo, con un ambiente tranquilo y bastante silencioso, que solo se ve interrumpido por el sonido de los autos que pasan por la avenida principal que está al lado del sitio y la música que las enfermeras ponen para ellos.Él confía en que su mamá se encuentra en buenas manos y cómoda en el hogar, por ese motivo aguardó pacientemente para poder reencontrarse con su progenitora.