En los rincones de la ciudad de los parques el miedo es latente, la ciudad bonita, como sus habitantes suelen llamarla, ha venido consumiéndose en una ola de inseguridad. Las cifras aumentan, hasta la fecha se registra un total de 6.037 denuncias de robo según la Policía Metropolitana de Bucaramanga, y a comparación del 2020, ha incrementado la inseguridad en un 40 por ciento.
El alcalde de la ciudad, Juan Carlos Cárdenas, asegura que se han venido haciendo esfuerzos importantes de acuerdo con los lineamientos de la política marco de convivencia y seguridad ciudadana; sin embargo, las estrategias planteadas a lo largo de este 2021 no han arrojado resultados contundentes y que ataquen el problema de raíz. 42 mil cámaras de seguridad en diferentes sectores, 20 gestores de convivencia en los barrios, inversiones en cornetas, 300 nuevos agentes de la policía, patrullajes las 24 horas del día, y grupos especializados de la Sijín en las zonas más afectadas, son algunos de los planes de acción que se han ejecutado en los últimos meses para contrarrestar y mitigar el riesgo.
Aunque, no han sido suficientes, así lo expresa el ciudadano de a pie… actualmente, solo 2 de cada 10 personas que habitan en el área se sienten seguras mientras están en las calles, de acuerdo con el estudio más reciente que publicó la Red de Ciudades Cómo Vamos y la Fundación Corona.
Johan Stiven Jiménez, estudiante y víctima de robo, narra para Plataforma cómo sucedieron los hechos al salir de clases en su Universidad ubicada en Cabecera, un sector considerado fuera de peligro, pero que hoy en día, ya es blanco fácil de quienes ejercen este ´oficio´: “Como tal no aplicaba demasiadas estrategias, y era porque nunca me habían robado y consideraba que eso eran cosas que le pasaban a otras personas. El ladrón apareció de la nada, me intimidó con un cuchillo y saqué el celular y se lo di… Me acerqué al CAI más cercano y en pocas palabras lo que me dijo el policía fue que no podían hacer nada, porque en esta zona se escondían muy fácil”.
Implicados
Ya no son los callejones solitarios, los lugares con poca iluminación y las zonas que, según el estrato, están más expuestas a que esto suceda, ahora es el pueblo en su totalidad quien lo siente, en especial, los empresarios pequeños, medianos y grandes, quienes dan a conocer a través de sus redes sociales, en debates y reuniones con la Alcaldía municipal, su inconformismo y preocupación frente a los actos de violencia y robos masivos. Este es el caso de Daniel Rodríguez, dueño de una pizzería que abrió sus puertas hace menos de dos meses, y ya fue víctima de este flagelo.
Se trata de una estrategia de robo liderada por una mujer que ya ha sido identificada por establecimientos comerciales que están a su alrededor. Daniel cuenta qué sucedió minutos después del hurto: “Los policías nos dijeron que no se podía hacer nada, ya que no se podían percibir las caras de las personas, y además de eso, es un robo de menor cuantía, y pues realmente si no pasa de los 5 millones y no hay un muerto, no interesa”.
Detrás de un restaurante, empresa o emprendimiento están los productores, las familias que dependen del trabajo diario; si no hay ventas, si el dinero de la caja es saqueado, y si los comensales ya no van al lugar por miedo a un asalto, no hay trabajo para cientos de familias de la ciudad.
Pero…¿Cuáles son esas causas, de dónde se origina este problema? El Doctor en Psicología y especialista en el análisis del comportamiento social, Jesús Redondo Pacheco, afirma que la inseguridad está asociada a las malas políticas que pueden generar desigualdades sociales, y como resultado, llevar a la delincuencia; incluso, las malas políticas educativas pueden influir en que no haya un buen desarrollo social. “Hacen falta más programas relacionados con el trabajo ciudadano para mejorar esas políticas que nos lleven a la prevención de esta situación. Hay casos en los que hay personas que compran objetos que uno sabe que no son objetos legales, y con esa pequeña acción estamos empezando… Si yo evito la compra de un celular que sé que no es legal, que no tiene su factura, también hago parte del cambio cultural”.
¿Cuál es el panorama, ¿hacia dónde va la sociedad?
Carlos Parra, concejal de Bucaramanga, afirma que la inseguridad se tiene que abordar a corto y mediano plazo: “Lo que nosotros no hemos podido entender en Bucaramanga, es que la seguridad es un problema metropolitano, no local. Un proceso de inseguridad que se da en Floridablanca puede estar relacionado con Piedecuesta, Bucaramanga y Girón… Pues son bandas. Aquí tenemos una política de seguridad local, pero si esto no está articulado con Floridablanca, Girón; pasan cosas absurdas como que, si a usted lo roban en un municipio de al lado, y coloca la denuncia en una jurisdicción diferente, no se la reciben. Cosas que no tienen sentido para el ciudadano”.
Por eso, enfatiza en que se le debe apostar a una política pública de seguridad metropolitana para entender esto como un asunto coordinado. Así mismo, asegura que, “tenemos distintas necesidades, los bancos de datos en materia de seguridad son muy débiles, hay información desactualizada, eso hace que las personas que tenemos que tomar decisiones basadas en información certera, no la tengamos, además, esto es algo más profundo que sacar a las fuerzas militares a la calle, es trabajar en iniciativas de empleabilidad y reducción de la pobreza, pues hay una correlación directa entre vulnerabilidad extrema, pobreza e inseguridad”.
Según la ciudadanía, el panorama es alarmante, las cifras aumentan, y las medidas y estrategias no se afrontan de manera estructural y con impacto general, se afronta coyunturalmente. El miedo es latente, las calles piden a gritos una solución pronta.