En Colombia se cuentan por miles las personas que alguna vez sostuvieron un arma y que pensaron que solo podían tener actividades con esta. Sin embargo, algunos descubrieron que sus manos no son herramientas de guerra y que con ellas pueden crear un futuro diferente al que una vez se imaginaron. Así le pasó a Wilder Mejía, quien estuvo por años entre las tropas del ELN y desde tiempo decidió luchar por la reivindicación de las víctimas del conflicto armado.
Luego de cumplir su condena en la cárcel, Wilder comenzó a defender los derechos de los niños y niñas que eran reclutados por los grupos armados en la zona del Catatumbo (Norte de Santander). Por la misión que emprendió sufrió varias amenazas, por lo que tuvo que huir y se refugió en Santander; lugar en el que observó una problemática ambiental que terminaría convirtiéndose en oportunidad: las calles, ríos, parques y caños estaban invadidas por plásticos. Wilder sabía que esto generaba un riesgo para la vida del planeta, por lo que comenzó a buscar distintas formas de aprovechar estos residuos e incluirlos, de nuevo, en la cadena productiva.
Descubrió que podía realizar diferentes productos con las bolsas de leche y las botellas de plástico, así que se reunió con otras personas desmovilizadas y víctimas para materializar una de idea de negocio que los empoderara y protegiera a la naturaleza. A raíz de esto, Wilder logró crear un grupo, junto con doce personas, que usan la habilidad de sus manos para fabricar bolsos, sandalias, llaveros y otras artesanías a partir de residuos plásticos.
La idea este emprendimiento es aprovechar material que se recicla. Foto: Lucía Sarmiento.
“Estamos trabajando por el medio ambiente, la fauna y la flora, entonces estamos sacando ese plástico que cae a las calles que conscientemente o inconscientemente las personas están botando”, manifestó Wilder.
Todos los días recorren las calles de la capital santandereana recogiendo la basura que las personas arrojan, para luego desinfectarlas y, con la destreza que han adquirido sus manos, transformarlas en diferentes productos tejidos a croché.
Caminan por las casas de sus vecinos ofreciendo sus artesanías. Gracias a esta iniciativa, varias personas de este grupo han logrado sostenerse económicamente. “Ya ellos están produciendo y con eso se están sosteniendo”, dijo Wilder.
De acuerdo con la Agencia para la Reincorporación y la Normalización (ARN), entre el 2001 y 2023, 76.600 personas salieron de grupos al margen de la ley (65.060 son hombres y 11.540, mujeres).
“No hay duda de que la integración económica de los excombatientes a la economía formal, bajo condiciones que les garanticen una vida digna, es un elemento esencial para asegurar su reincorporación exitosa; es decir, aquella donde los excombatientes dan el paso y permanecen en la vida civil", sostuvo la Fundación Ideas para la Paz; por eso, esta misma institución, subrayó la necesidad de apostar a los emprendimientos y/o proyectos colectivos de los desmovilizados.
Lo último se sostiene en una encuesta que realizó la ARN a 10.415 excombatientes de las FARC, en 431 municipio, en la cual 95.7% manifestó aspira a tener un proyecto productivo y el 4.3% quiere estar en el mercado laboral.
La idea de negocio liderada por Wilder representa una oportunidad de generar ingresos de forma sostenible para esta población, además de que ofrece una forma de crear lazos, más allá de la guerra. “Esto nos ayuda a ser una sola familia, una sola voz y nos ayuda a innovar”, agregó el emprendedor.
Wilder se encuentra buscando apoyo por partes de los entes gubernamentales para continuar con este sueño que le apuesta a la paz y a la naturaleza.
Con el tejido se realizan diversidad de productos. Foto: Wílder Mejía.