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Jueves, 05 Septiembre 2019 15:19

Opinión: La vida ¿una estación de tren o una casa?

    Yolanda Amaya
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    Compartimos el discurso pronunciado por la Comunicadora Social - Periodista de la UPB Bucaramanga, Yolanda Isabel Amaya Medina, durante la ceremonia de grados celebrada este 5 de septiembre en el Auditorio Juan Pablo II.

    Justo en este momento escucho todos los corazones que están a punto de recibir un cartón y puedo asegurar que se preguntan cuatro cosas esenciales: ¿Qué haré ahora? ¿Qué es lo que realmente quiero para mí? ¿Seré un desempleado más? ¿Por dónde voy a comenzar? Ésas y otras más son las incógnitas que sacuden no solo la mente de nosotros, sino también la de nuestros padres. Por ahora, no puedo contestarme ni a mí misma esas preguntas, ni ustedes lo harán, ¿saben por qué? Porque la vida es tan extraña que cuando uno planea las cosas, nada sucede. Porque a veces uno quiere algo tanto que es como desearlo desde lo más insondable del alma y al final, se presenta otra cosa diferente. La vida es tan incierta, que muchas cosas no pueden manejarse con la palma de nuestras manos. Pero, hay otras que sí, y hago referencia a este sueño de hoy, que duró 5 años, para otros menos, o quizás más, pero recuerden que todos viven a su tiempo y a su manera de actuar. Nadie sabe las necesidades por las que tuvo que pasar la persona que hoy está a nuestro lado para llegar hasta acá. Conocí muchos en mi carrera y de otras, que trabajan horas extensas para poder pagar su transporte diario, otros para ayudarles a sus mamás con el pago de la matrícula, y quiero abrir un pequeño paréntesis aquí, porque no todos contamos con la suerte de tener a nuestros dos padres codo a codo pagando el estudio. Hay madres que han levantado a sus hijos solos, padres que a pesar de estar enfermos han luchado por nosotros, y en otros casos, abuelos, tíos, e incluso hermanos, padrinos y otros familiares que aportaron para este sueño. Me he preguntado cada noche qué es lo que somos y creo que somos seres incompletos, porque todos acá hemos perdido seres queridos y hoy los recordamos con el mayor anhelo. Somos seres incompletos porque la perfección no existe y equivocarnos es de humanos. Y somos seres incompletos porque aunque nos falte tanto por vivir, cada día existe un vacío diferente.

    Sin embargo, hoy no vengo a dar una cátedra sobre la palabra éxito, de ella hablan mucho, y eso está bien, pero creo que hay que ser enfáticos en eso que llaman fracaso. Algo tan natural y que les aseguro que el 99% de los que hoy están aquí le temen a esto.¿Y por qué? Si fracasar es natural y es el motor que realmente nos impulsa hacia el éxito. “Es imposible vivir sin fracasar en algo, a menos que vivas con tanto cuidado que termines por no vivir en absoluto. En este caso, fallarías por defecto”, recuerdo cuando leí esa frase de J.K Rowlling la creadora de Harry Potter y estoy de acuerda con ella, porque no se puede vivir tan cautelosamente cada día sin atender al error del mañana. Y a esto sobre el fracaso, también se le suma el miedo… Miedo a eso que llaman “la vida real”, conseguir un trabajo y conocer a profundidad los egos de quienes serán tus jefes y de los que no, la envidia de los que serán tus compañeros de trabajo, “hija, recuerda que tu peor enemigo es el de tu mismo arte” me repetía cada día mi padre y solo llegué a entender esa frase cuando salí a hacer prácticas. Recuerden que tener miedo también es algo natural, lo importante es no dejarlo quedarse en su casa como huésped, porque la costumbre es un vicio que termina arruinando todo por dentro y termina por desconocernos, es como dar un paso y no saber quiénes somos, ni mucho menos qué es lo que queremos.

    Ahora, sigo respondiendo la primera pregunta que hice arriba, sobre ¿qué somos? Pues somos el sacrificio de nuestros padres, somos la inversión de sus vidas, el espacio entre abierto que quedó de sus puertas durante la noche cuando ambos estaban desesperados porque tocaba pagar el semestre, quizás también, somos un ataque leve a sus corazones en medio de las peleas, las arrugas que se han mezclado entre los años y el dolor en los hombros por seguir llevándonos a nosotros cuesta arriba para llegar hasta esta cima. Esto, me hace recordar que antes de entrar a la universidad mi papá siempre ha tenido un sueño y es comprar un carro, y cuando salí del colegio aún era ingenua e inmadura y le dije: “papi, ya puedes comprar tu carro” él me miró sonriendo y me preguntó: “¿Hija, qué prefieres? ¿Que yo tenga un carro o que tú puedas estudiar?”, efectivamente esas palabras destruyeron mi corazón, porque ahí supe lo que un padre es capaz de hacer por sus hijos, ahí realmente entendí que nuestros padres sacrificaron sus sueños para que nosotros pudiéramos soñar. Aquí también hay padres que trabajan extensas horas para darnos lo que hoy tenemos, por ejemplo, mi madre, siempre ha tenido un horario caótico, y cuando estaba más pequeña pensé que ella huía del sol, porque una vez la invité a ver el atardecer, ustedes saben, la inocencia de un niño, pero cuando crecí, comprendí que ella no le huía al sol, ni él se alejaba de ella, la razón es que simplemente trabajaba de sol a sol, solo para que el día de hoy, me mirara a los ojos, derramara lágrimas y entiendo lo que quieren decir esas lágrimas y es: “hija lo lograste”, pero hoy quiero decirle no mami, no es lo logré, es lo logramos y sé que muchos también se sienten identificados y pueden decírselo también a las suyas. “Si te inspira ser zapatero, solo quiero que seas el mejor”, me repetía ella medio cantando.

    Recuerden, que la vida puede ser una estación de tren, te paras en la estación y tú eliges en qué tren vas a montarte, pero recuerden que esto no es como en las películas que pasa cada 10 o 15 minutos, no, en la vida real, esos trenes pueden pasar cada año, cada mes, incluso, hasta dos años, eso es lo que se llaman las oportunidades, si no las tomas, no vas a saber lo que te espera y tampoco cuándo regresarán. Lo segundo sobre esto, es que ninguno de nosotros puede decidir quiénes van a montarse en ese tren, pero sí pueden elegir con quiénes permanecer durante el viaje. Y lo tercero, y más importante, es que nadie te asegura que podrás ir sentado… La vida es un camino que nunca deja de andarse y cuando quieres descansar, es cuando más te toca trabajar por tus sueños, por tus ideales y por tus convicciones. La vida, también puede ser una casa, tú decides qué puertas quieres, y la dimensión de ella, la diferencia con la estación de tren, es que a tu casa le puedes echar candado o la dejas libre, es decidir dejarla abierta para nuevas cosas o cerrarla después de una herida, de un fracaso o de una palabra mal dicha. Es tu casa, pero tengan cuidado porque aquí entran cosas abstractas y hablo de la nostalgia, miedo, de la depresión, y sobre todo, de la soledad. Tú decides con quién charlas, cuánto tiempo, pero recuerda que no puede ser todos los días. Ninguna casa al principio es lujosa, todas empiezan desde una construcción estándar, cemento, ladrillos, etc, a eso se le llama tiempo. Todo lo que quieran construir, háganlo sobre la base más importante: la humildad. Desde que entré a esta carrera nunca me hice la pregunta ¿Qué clase de periodista quiero ser? No, la pregunta correcta es ¿Qué clase de persona quiero ser? Eso es lo que debemos preguntarnos cada día.

    Que Dios bendiga lo que son y los sueños que tienen, porque solo hay una persona que puede destruir sus metas y son ustedes mismos…¡GRACIAS!

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    • Autores:Yolanda Amaya Egresada Facultad de Comunicación Social - Periodismo, Universidad Pontificia Bolivariana, seccional Bucaramanga.

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