En el municipio de Tenjo, a 40 minutos del occidente de Bogotá, se encuentra en la plaza central el negocio de carnes de German Felacio Urbina, conocido por los habitantes como don Germán. La historia del negocio empieza cuando a la edad de 12 años conoció a un carnicero que le otorgo la oportunidad de trabajar con él. “Conocí a un señor que trabajaba en la plaza y me dio la oportunidad de ayudarle”, recuerda Germán. Después de 5 años como ayudante aprendió a comprar y despostar el ganado, es decir, “todo lo relacionado con el ganado y decidí abrir mi propio negocio”. Los clientes aseguran que negocio de Germán es reconocido por la amabilidad con que lo atienden y la calidad del producto que ofrecen.
Al principio no fue fácil para Germán ser independiente, ya que no contaba con los recursos económicos suficientes para comprar ganado. Además, los comerciantes aún no lo conocían y le negaban la oportunidad de comprar el producto y pagarlo después, “comenzando es muy difícil porque no tenía para comprar una res, y las personas como no lo conocen a uno no le fían”, recuerda. Con el tiempo, don Germán continuó esforzándose, y junto a su esposa, María Romero Ortiz, lograron hacer crecer el negocio y ser independientes. “Mi esposa me apoyó desde el principio y gracias a ella pudimos progresar”, afirma.
Sin embargo, el negocio enfrenta dificultades para mantenerse, ya que en la sabana de Bogotá la tierra ya no se está usando para la ganadería o la agricultura, sino a la construcción y expansión de los municipios. “La ganadería en la sabana está casi acabada; ahora solo construyen bodegas o apartamentos”, sostiene Germán. Esta escasez en la sabana obliga a los comerciantes a traer el ganado de otras regiones, haciendo que aumente el precio del flete.
Asimismo, Germán explica el proceso de comercio de la carne en el que el vendedor tiene que ir a las plazas y escoger el ganado vivo; después, buscar un transportador que lleve el ganado a un lote donde el animal sigue pastando; luego, es transportado a la planta de sacrificio que despresa la res; posteriormente, el transporte lleva el producto a la plaza y finalmente, es despostado por los vendedores para comercializar la mercancía. “Es todo un proceso que la mayoría de las personas no saben y cree que es fácil, que solo es recibir la carne”, sostiene.
Por lo tanto, la calidad del producto depende del conocimiento y habilidad del carnicero. Como lo expone don Germán, “sumerce tiene que aprender a tratar al animal, si el ganado se estresa mucho daña la carne; la endurece y se pone blanca”. De igual forma, el comerciante necesita de conocimiento y habilidad para cortar el producto, “si usted sabe hacer bien el corte, la carne queda con mejor calidad”, sostiene Germán. La experiencia y dedicación le han permitido destacarse y ser reconocido por vender un producto de alta calidad en el municipio.
Para Germán el ser independiente requiere esfuerzo y disciplina, contando que “con mi esposa nos levantamos todos los días a las 4 a.m. y cerramos el negocio a las 8 p.m.”. Ese empeño le ha permitido a él y a su esposa formar a sus 6 hijos con valores como el esfuerzo para mantener a la familia. “A todos nuestros hijos les enseñamos el valor del trabajo y la disciplina para estar bien en la vida”, señala don Germán.
Este negocio representa la disciplina y la resiliencia, a pesar de que actualmente el negocio de la ganadería en la sabana de Bogotá es inestable. Su vida gira en torno a trabajar por el establecimiento que tanto le costó mantener. Aunque sus hijos le insisten que ya no es necesario seguir trabajando, él quiere cuidar su negocio hasta que su salud se lo permita. “Mis hijos me piden que deje de trabajar pero yo no quiero, el trabajo me hace sentir útil y vital. Voy a trabajar hasta que no pueda más”, asegura.