Entre las ánimas y las 7 mujeres trans que fueron asesinadas en Bucaramanga durante el año 2022, descansa Andrea Rozo Rolón, conocida como La Leona desde hace más de 25 años. Las lágrimas de sus amigos y caras de angustia y vergüenza de sus familiares eran parte de la escena que se retrató ese domingo 13 de marzo en un Cementerio de Bucaramanga.
Nacida en Cúcuta en el año 1967, bajo el nombre de Henry Antonio, en el seno de una familia conservadora, La Leona creció con una gran influencia religiosa. “Nací gay, aunque soy temerosa de Dios y le pido perdón porque sé que soy una pecadora, pero desde siempre me he sentido mujer”, le dijo al diario Q’hubo hace 11 años.
De niña jugaba con las muñecas de Yolanda, su hermana mayor. Con el tiempo también empezó a dejarse crecer el pelo y a pintarse los ojos, comportamientos que despertaron cierta curiosidad en su familia, aunque al inicio los relacionaban con la inocencia debido a su corta edad, se convirtieron en el camino a una revelación: su verdadera identidad sexual.
La muerte del ser humano que más amaba y por el que hubiese dado la vida, su progenitora, marcó un antes y un después en su vida, fue el inicio de su transformación. Como puro acto de simbolismo, decidió que desde ese día y hasta el final de los suyos, su cabello crecería libremente, así como las lianas de los árboles que engalanaban la fachada de su peluquería.
Pero las desavenencias llegaron cuando tuvo que enfrentarse a comentarios transfóbicos por sus rasgos masculinos. Se referían a ella con el pronombre ‘él’ y algunas veces no la llamaban por su nombre femenino. Aun así, “manifestar ser una mujer transgénero no significa ser el comodín de la opresión e intolerancia de los cucuteños”, era algo que solía decir.
A los 29 años, La Leona dejó Cúcuta para iniciar una nueva vida en Bucaramanga. Su pasión por las ventas y tener ingresos propios, cada día la acercaban más al mundo de la belleza y la estética. Un mundo que despertaría en ella la creatividad y motivación que necesitaba para lograr sus sueños: tener su propio local y ser la persona que resaltaría la belleza de miles de hombres y mujeres bumangueses gracias a la agilidad de sus manos.
“A veces le llovían los hombres”, cuenta su amiga Lady, una de las primeras personas que La Leona conoció en Bucaramanga. “Y si hay algo que se puede decir de ella, es que nunca estuvo sola en su peluquería”, añadió la amiga. Cientos de mujeres y hombres pasaron por las manos de esta mujer que soñaba tener su local propio.
Ella estaba cansada de pagar arriendos y siendo nueva en la ciudad, muchas personas no la dejaban estar en un local más de dos meses, el miedo y desconfianza a las trans era grande en la época. No obstante, después de trasteos por toda la ciudad, La Leona pudo organizar su negocio en un local pequeño y acogedor en el centro de Bucaramanga. El entorno del lugar era agradable, algo que se complementaba con la armonía y el respeto que se sentía una vez se entraba al local. Adentro conservaba imágenes de santos y velas que daban la ilusión de estar en una iglesia. Mantenía su fe intacta y seguía orando porque creía que se iría al infierno. “Tenía el hábito de ir los lunes al cementerio a orar por las ánimas, a todos nos parecía muy raro, pero nadie decía nada por respeto”, contó su amigo Sergio Méndez, activista por los derechos de la población LGBTQ+.
Foto: Alcaldía de Bucaramanga
En el año 2014 se le dio la oportunidad de trabajar con la Mesa de Víctimas del Colectivo Trans en la ciudad, lo que la convirtió en un pilar fuerte en el apoyo a las personas que estaban pasando por su proceso de transición y habían sufrido discriminación.Usaba vestidos despampanantes y estrambóticos, en ocasiones con un mensaje por las personas que no pueden hablar de su sexualidad públicamente en las marchas por los derechos de la comunidad LGTBIQ+ a las que tenía el placer de asistir. El voguing y las minorías Queer en Harlem, Estados Unidos, fueron la fuente inspiración para construir el vestuario que usó en la marcha del año 2021, la última a la que asistiría. “Yaasss mama”, “¡Y ni modo!”, eran algunas expresiones que con orgullo gritaban las trans desde las carrozas en la marcha del 2021.
Las marchas y demás espacios de inclusión en la ciudad forjaron la imagen de La Leona como estandarte en la ciudad. “La vi muchas veces en (la discoteca) Dejavú, siempre estaba cerca al escenario mirando el show de las dragas”, aseguró Camilo Suárez, amigo.
Su vecino más allegado, que vivía justo al lado de su peluquería, recuerda perfectamente que el día que la asesinaron, vio la reja del local de par en par, lo que era inusual, pues La Leona le ponía un candado a la puerta todos los días sin falta, eso la hacía sentir un poco más segura en su hogar. Por eso entró y lo primero que se encontró fueron los pedazos de las esculturas religiosas en el piso, seguido de un silencio perturbador y la energía tétrica del momento.
Con miedo, fue a la habitación de La Leona para ver qué ocurría, se encontró con el escenario más desalentador para todas las personas que llegaron a conocer el amable corazón de esta mujer: ella estaba en el piso derramando sangre, tenía una herida en su cuello, los labios estaban completamente pálidos y en su rostro se reflejaba la tortura.
Foto: Alcaldía de Bucaramanga
El Comité Promarcha del Orgullo —conformado por organizaciones sociales, comité técnico LGBTIQ+ y activistas independientes— se reunieron para homenajear la memoria de La Leona en la marcha del orgullo LGTBIQ+ del año 2022. Una marcha que se denominó “Un rugido por la vida”, en honor a la icónica reina trans que ahora descansa en el cementerio, pero que dejó un legado de lucha y resistencia en la comunidad diversa de Bucaramanga.La Leona dejó de cortar las melenas de aquellos que consagraban el cabello a sus manos, pero su rugido aún se escucha en las entrañas del colectivo, el lugar que algún día consideró su refugio y hogar.