Voxpop crónica: Metamorfosis de la 14: al son de cumbia y arte
Es el primero de marzo de 2022 y el sol de la tarde se comporta como un niño haciendo berrinche. La frase vuelve al ruedo y dispara los nervios, por eso son escondidas cámaras y celulares en varios bolsos para no llamar la atención y ante la alerta insistente.
Al igual que sucede en todo el país, Bucaramanga, la urbe más importante del oriente colombiano, no ha escapado de las dinámicas propias de la violencia. Prueba de ello es la Comuna 14, que se enclava resistente sobre uno de los cerros que bordean la ciudad.
Identificarla es sencillo: sus casas, la mayoría en ladrillo reluciente, forman toda una maraña que puede verse desde buena parte de la meseta bumanguesa. Sobre laderas, cañadas y recovecos, habitan alrededor de 35 mil personas.
La Comuna 14 la componen una decena de barrios que, desde su fundación en los años 70, han experimentado el desplazamiento forzado, el tráfico de drogas y los enfrentamientos entre ‘parches’.
Al bajarse del carro –aún con el miedo en el aire– a lo lejos se ve a un militar con una boina verde oliva, rígido con su arma en un costado resguarda la mitad del parque perteneciente al ejército. La otra mitad —que es de la comunidad— tiene la ‘silla de los enamorados’, senderos ecológicos, miradores que muestran la ciudad y espacios donde se desarrollan eventos culturales. El límite está demarcado por unas cintas de color amarillo con negro.
El panorama antes era más complejo que en la actualidad. A pesar de que genera temor, las barreras invisibles, la venta de droga y los crímenes no eran impedimento para que los habitantes buscaran el diario e intentaran sobrellevar los días, lejos de los problemas.
La comuna 14 se convirtió de una zona vulnerable de Bucaramanga a un potencial turístico de la región y el país
Andrés Forero cuenta que en noviembre de 2016 su vida cambió por completo. Relata su historia como una anécdota más. Viste zapatos deportivos, jean, camisa verde y se mantiene de pie en un andén sostenido por un par de muletas.
“Ese día estaba tomando con unos amigos y los muchachos de arriba bajaron. El parcero que estaba conmigo, se puso a pelear con otro parcero de arriba, yo decidí intervenir para no generar más discordia, traté de separarlos, pero el familiar con el que estaba peleando mi amigo, dijo que conmigo era el problema, yo le respondí, no conmigo sano, yo no quiero nada”.
Mientras narra, se toca la columna, toma una bocanada de aire y se queja señalando que a veces le dan punzadas en la espalda porque desde ese día lleva la bala que le cambió su vida.
“El domingo bajaron buscándonos pa’ matarnos. Venía del trabajo con mi amigo y lo dejé, él se va para la casa y se quedó con el celular. Luego lo empiezo a llamar, pero no sale. A mí se me hizo raro, entonces subo la loma, vuelvo y bajo, dejo la moto acá y pasé para la cancha. Allá estaban haciendo una fiesta los chinos con los que habíamos tenido problemas, yo los veo, no corro ni nada, porque pienso que no tengo nada que ver. Ellos se me van a la pata, a lo que se me acerca uno y me pone el revólver en la cara, yo le digo uy, y él me pregunta ‘¿qué pasó ayer?’ y le dije, ‘ñerito vea que con usted no me metí’, me levanto, él me monta el revólver, yo volteo y al momento en que hago esto me pega el tiro y caigo. Le digo, ‘uy loca me mató’, me hago el muerto por que me va a pegar otro tiro en la cabeza, cuando pasa eso siento que alguien me cae encima. Al segundo suena el otro tiro, yo sentí en la cabeza como cuando usted se pega, por mi mente pasó la idea de que me habían matado, pero no, fue un parcero que se tiró encima mío y le pegaron el tiro. Días después.
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Entre las calles de la comuna, Esther Forero, directora de la Fundación Enlace Social desde hace 15 años, cuenta que “una niña llamada Nicole vino a un refuerzo académico y me contó que ella oraba todas las noches por su amiguita. Al preguntarle por qué hacía esto con tanta insistencia me respondió que a su amiguita la mataron. Ese día la compañerita estaba en la casa de Nicole jugando, pero se fue a su casa, en el momento que ella llega, unos tipos entran armados a la casa e intentan asesinar a su mamá, pero la dejan herida y asesinan a la niña. El impacto que sufrió Nicole fue muy grave y la dejó marcada, pues que una niña de cinco años tenga en su memoria y en su mente este recuerdo de un momento tan trágico es lamentable. Todo sucedió en Túnez, es hacia adentro del barrio Albania, donde aún la delincuencia es visible”.
Sin embargo, Esther dice que la Comuna 14 sufre una metamorfosis social, con cambios estructurales positivos en las prácticas y dinámicas de los jóvenes, adultos y pandillas desde el año 2018. Ahora pueden asistir a clases de grafiti, música, danza, cursos de informática, actividades relacionadas con el cuidado del medio ambiente apoyado por organizaciones como Explora y Enlace Social.
Cumbias, la melodía de la resistencia
Bucaramanga es reconocida por el acento golpeado y por ser la capital mundial de las cumbias con sus particulares ritmos. En algunos rincones, la población retumba al ritmo del saxofón, tamboras y sintetizador e invitan a azotar baldosa con pareja en mano, pasos arrastrados, flexionando las piernas y un sinnúmero de movimientos de cadera.
A las 6 de la tarde de un día cualquiera, como si fuera un himno, en una casa se escucha una de las tantas cumbias bumanguesas. Julio Acelas, historiador de la Universidad Industrial de Santander y quien sigue de cerca el fenómeno musical, comenta que estas se convirtieron en una fuente de reconocimiento, identidad y visibilización, siendo la interpretación de su cotidianidad y de sus sueños. Por eso se toman como la banda sonora de la vida en la comuna y su sonido es casi religioso.
“Las cumbias tienen un valor significativo porque son parte de la cultura de la comuna y explican cómo se mueve, evoluciona y sensibiliza dentro de la misma. Además, provee razón de ser a sus pobladores al ser la naturaleza propia de ellos. Este género es su fuerza vital y justifica por qué estos ritmos resignifican a la juventud, otorgando un concepto diferente e innovador hacia los muchachos de los barrios populares en el área metropolitana durante varias décadas”, enfatiza Acelas.
Los grafitis de la comuna tienen un significado del territorio que son representativas para los habitantes de la comuna y buscan recuperar la memoria histórica. Son hechos por colectivos artísticos y culturales
Reivindicación: un nuevo panorama
Omar Bermúdez, líder de Explora BGA, una cooperativa nacida para hacerle cara al lastre con el que carga esta zona de la ciudad busca cambiar su narrativa apropiándose del entorno en el que creció. Originario de Carcasí, Santander, llegó al barrio con apenas dos años. Lo que comenta de su pasado es vago, más bien, se dedica a hablar como un narrador omnisciente.
En uno de los múltiples recorridos que se realizan en la comuna, se ve un sinfín de callejones por todas las cuadras. Paredes llenas de color que le dan vida y un tinte que deja la sensación de querer conocer más. Los miradores hacen perder toda clase de miedos, el cielo azul, parcialmente nublado y un paisaje llamativo a primera vista es lo que más atrapa.
“Mi hija siempre me dice que todos saben quién soy”, comparte entre risas Bermúdez. Pero su rostro deja asomar orgullo al decir que las personas reconocen su labor y están agradecidas con ello. “Ya han venido medios como Caracol y TRO, la otra vez nos visitaron unos turcos… Eso ayuda al sector, reactiva la economía y le muestra a la gente del barrio que hay otras opciones”. Describe que él sigue ofreciendo tours por su hija para enseñarle que sí se puede progresar en medio de las adversidades.
A medida que se avanza todos saludan al “Profe”, como lo conocen.
Entre esas interminables escaleras se evidencia que la transformación social no solo se dio en el cambio de mentalidad de los habitantes, sino también infraestructuralmente con los senderos en el bosque para el turismo ecológico y el embellecimiento del sector con icónicos murales. Mientras habla de los artistas que dejan su marca allí, va saludando a la mayoría de las personas que se encuentra por el camino con una energía contagiosa y un tono amable.
Omar menciona que muchas veces los jóvenes del sector al no tener nada que hacer y querer su “vasca” o sus tenis de “marca”, siguen los pasos de los integrantes de las bandas y entonces se compran su “fierro”, se unen a un grupo y empiezan a “joder”.
“Si los jóvenes ven que hay arte, música, muralismo, danzas y caminatas, eso definitivamente les hace mirar hacia otro lado, un lado mejor que enfatiza en la cultura y el medio ambiente”, dice Bermúdez, a la par que baja unas escaleras del parque.
La interrupción de cámaras, micrófonos y extranjeros dentro del sector han causado conmoción en los residentes, pero también orgullo mezclado con curiosidad e incertidumbre. Sin duda alguna, los proyectos que está llevando a cabo Explora han producido un nuevo panorama, uno positivo que atrae a visitantes, profesionales y hasta la misma alcaldía y gobernación, quienes junto al IMCT (Instituto Municipal de Cultura y Turismo de Bucaramanga) han brindado diplomados y seminarios de guía turística, para potencializar sus labores como guardianes del sector. Y en este caso no fue la excepción.
Omar Bermúdez explica la importancia de este mural ubicado en el barrio Albania, el cual busca plasmar las actividades típicas de la comunidad y representar de manera artísticas las orquídeas que se siembran en la huerta ecológica de la cooperativa.
En un tono más relajado, Omar comenta que “para bajar, tenía que mirar que no hubiese pandillas en la quebrada que conecta con el barrio Miraflores porque lo podían acribillar”.
Los habitantes de la comuna desean que exista un cambio real y significativo, el cual poco a poco reconocen estarse dando, aunque algunas personas relacionen lo que sucede en esta comuna de Bucaramanga con la 13 de Medellín, lo cierto es que en “La Ciudad Bonita” la 14 está impregnada de cumbia, los prohibidos, graffitis, escaleras de colores y miradores hacen dejar atrás lo que en algún momento ocurrió en estas calles.