En la cuenca alta del río Putumayo, al fondo de la espesa selva amazónica, está la vereda Buenavista, habitada por la tribu indígena de los Siona —que significa gente de chagra o yagé—. Una tribu con prácticas artesanales como tejidos en hamacas o chinchorros y la elaboración de cestos hechos con los tallos de sauce.
En ese apartado lugar del Mocoa, nacióFranklin Andrey Arcila Piaguaje en 1997. Bajo la calidez de su abuela, partera al momento de su nacimiento, que celebró la llegada del joven de piel mestiza, mirada penetrante, espíritu indomable y sabiduría artística que revoluciona cada lugar al que lleva su arte.
Con tan solo un año fue víctima del conflicto armado, por lo que este joven hoy de 22 años, fue sacado por su familia de la tribu. Su comunidad se vio afectada por la violencia y la lucha armada que vivía el país.Él no recuerda mucho este conflicto, pero su familia le ha contado las horrorosas escenas que se veían en la vereda de Buenavista.
Cuando tenía 14 años empezó a experimentar el trabajo de escultura en yeso, arcilla y porcelanicron, materiales que aprendió a utilizar gracias a tutoriales de internet. Además, empezó a trabajar con óleo, lápiz carboncillo, lápices de colores y algunas veces dibujar con lapicero. Uno de los dibujos más icónicos para él, fue el que realizó en la soledad de su habitación, con lapicero en una hoja de papel y empezó a plasmar dos rostros, uno con rasgos indígenas y el otro con rasgos afrodescendientes, al final, estaban hombro a hombro Franklin Piaguaje y Will Smith.
En ese momento no pensaba en el arte como profesión, solo como pasatiempo. “Entre el 2010 y 2016 casi no era consciente del tema indígena ni del rescate de la identidad cultural, sino que al entrar a la carrera de Artes Plásticas empecé a abarcar un poco el mundo, conocer el campo artístico y todo lo que se hacía en torno al arte. Escribir historia en el mundo por medio de la pintura, ahí es cuando me doy cuenta de quién era, a partir de ese momento es que estoy enfocado en la parte cultural indígena, soy siona, voy a empezar a construir desde mi punto de vista, desde lo que soy actualmente y comenzar a rescatar esa parte”, relata.
Su talento lo centra en preservar la identidad indígena dentro de una gama de estilos y técnicas que han contribuido con su crecimiento artístico, pasó de pintar en hojas de papel a ilustrar murales de altos niveles gráficos en distintos municipios de Colombia, han sido más de 40 ciudades y en cada una ha dejado huella, ha enseñado y transmitido su cultura a los demás. Se apoderó de espacios públicos, embelleció lugares en los que la guerra ha dejado una honda herida, dice que todo radica en, “el sentido de expresarme libremente con líneas, no seguir reglas sino más bien, apoyarme en mis ideas y sobre todo en el gusto de hacer mi trabajo”.
Sus pinturas impactan por lo colorido. Sus maestros del Servicio Nacional de Aprendizaje (SENA) se convirtieron en los impulsores que lo apoyaban con pinceles, pinturas y soportes, además le brindaban la oportunidad de pintar, “me llamaban para que pintara cosas (retratos), retratar a la familia y poco a poco me di cuenta de que sí podría ser valorado lo que yo hago”, recuerda.
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Cada artista tiene una pintura favorita, ya sea por el mensaje que transmite, por la gama de colores, por el empeño en cada trazo o por el lugar en el que la realizó. Franklin escogió una pintura que lo ha hecho reflexionar durante la cuarentena —a la que obligó la Covid-19—, en esta obra se evidencia el desolado rostro de un hombre indígena protegido por su tapabocas gris y resguardado entre las patas de un colorido tigre que representa la grandeza dentro de su reino animal, ambos personajes apoyados en una montaña de papel sanitario que simboliza las necesidades que tiene el ser humano. “Es una obra del contexto actual sin dejar de lado ni la época ni el sentido cultural”, relata.
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Su primera experiencia con el muralismo la tuvo en la Convocatoria Teatro Verde Bucaramanga en el 2017. En esta participaron alrededor de 50 artistas de distintos departamentos, entre ellos Santander, y tenían como objetivo embellecer el viaducto, específicamente, en el parque extremo del Barrio San Martín. Su participación en el concurso se convirtió en soporte para dar continuidad con su carrera artística, resaltando sus raíces ancestrales e ir representando a su pueblo y demás comunidades indígenas.
En ese mismo año empezó su trabajo en La Casa del Libro Total. Al inicio llegó con timidez, solo mostraba una parte de su arte a los directivos del lugar, después pintaba en vivo y en grandes dimensiones, todo aquel que visitaba La Casa del Libro era testigo de la firmeza con la que hacía sus trazos, la combinación de las acuarelas, la explosión de color que se podía observar en sus obras de arte y la fuerza expresiva plasmada en su lienzo. Allí tuvo la ayuda de Carlos Prada Hernández, asesor artístico y amigo, quien dice que “Franklin agarra un tema cualquiera y lo mezcla con sus raíces indígenas, además intenta mezclar la naturaleza con lo que está haciendo, en sus figuras pareciera que se están volviendo parte de la naturaleza o, todo lo contrario, está pasando de ser naturaleza para convertirse en civilización, ese es como el estilo de él”.
Para el artista, viajar a Buenavista es una recarga de energía, paz y armonía, siente que se conecta con la naturaleza a través de los sonidos de la naturaleza, con lo que es él, se conecta con los mensajes que trasmiten los antepasados y el legado que le han dejado. Durante su tiempo libre se dedica a pintar murales a los alrededores de la vereda, descubre nuevas tradiciones de la tribu Siona y comparte tiempo con los ancestros. “Me ayuda a entender muchas cosas, saber dónde estoy parado como integrante de esa comunidad”. Actualmente reside en Lebrija, Santander, y ha sido complicado viajar a su vereda y así lograr una conexión con sus antepasados debido a la COVID-19.
Sus referentes son artistas de renombre, como Diego Rivera, Débora Arango, Leonardo Da Vinci, entre otros, con cada uno ha prendido una mejor técnica, además influenciaron en su forma de pensar con respecto a las creencias que tienen en las tribus, algunos de ellos son artistas que rescatan la identidad indígena y cultural de Latinoamérica. Uno de ellos es Alfredo Vivero, ha ilustrado varias pinturas indigenistas en el que las creencias toman veracidad para los demás, para Franklin estas historias son veraces y él lo expresa, “soy feliz conociendo esas leyendas, tratando de contarlas y tomarlas de referencia”. Aunque sus artistas referentes le hayan inspirado y disipado dudas sobre qué hacer y qué querer transmitir, aún piensa que no ha llegado a tener su propio estilo, aún le falta pulir cosas para llegar a ser el artista nacional que rescate las raíces indígenas olvidadas, además de contribuir al embellecimiento urbano en espacios públicos.
El 2020 inició con varias expectativas para Franklin Piaguaje, quería visitar su vereda, recorrer el país y llevar su mensaje a más municipios, junto con una chispa de color y alegría, pero este sueño se vio aplazado por el virus que tiene a todo el mundo resguardado para evitar el aumento de contagios. Desde Lebrija no ha dejado de plasmar su arte, además, ha experimentado una nueva manera de llegar a desarrollar obras personales que le servirán al momento de salir de la cuarentena y vaya al campo a representar sus ideas. “Desarrollo obras, consulta de material referencia, todo para representar nuevos temas o formas de representación que veo acordes a mi temática”.
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Sus raíces indígenas lo han llevado a ser un artista reconocido en casi todo el país, pero también ha sido la razón de muchos desplantes. “Me ha pasado que hay otros artistas exponiendo, siendo mayores y blancos, y yo el único indígena, llegan personas de otras partes que comienzan a hablarles a los otros artistas y ni siquiera me voltean a ver o algunos que tienen un proyecto y cuando lo conocen a uno comienzan a mirarlo todo raro”.
La resistencia cultural y el rescate que busca Piaguaje con sus murales también le ha traído beneficios para su vida como profesional, ha logrado participar en eventos realizados por museos de Bucaramanga y Bogotá, además cuenta en su palmarés con varios reconocimientos: “estuve participando en lo del Enrique Grau que fue en Bogotá, fue algo muy increíble porque esto es como una selección de artistas; es un museo en el que no puede exponer cualquiera. Logré recibir reconocimientos por parte del Museo de Arte Moderno, el Museo Enrique Grau, de la UIS Bucarica y de la misma Universidad Industrial de Santander (UIS)”. Uno de sus sueños es obtener un reconocimiento internacional.
A través de su propio estilo artístico ha venido trabajando en la creación de un libro de ilustraciones, llamado “Un clásico de la literatura”, apoyado por La Casa del Libro Total. En el lanzamiento del texto también se hará la presentación de una serie de pinturas que mostrarán la belleza de los paisajes colombianos, el trabajo infantil, la cultura, la política, importancia de la educación, entre otros. Aún no se tiene prevista la fecha de presentación de este libro, la pandemia retrasó los planes que se tenían para este 2020, pero se espera retomar apenas termine el aislamiento preventivo.
Su crecimiento artístico, la pasión que lo caracteriza, la fuerza de sus trazos y su espíritu guerrero le han permitido llegar a participar en exposiciones y concursos que se llevan a cabo a nivel nacional como un joven muralista que rescata la identidad, busca el bienestar del ambiente y es mensajero social reconocido por artistas y observadores de sus obras de arte. Ramón Díaz, Gestor de la Casa de la Cultura comparte su satisfacción al saber de la integración de Franklin a la Casa de la Cultura de Lebrija. “Estamos muy contentos porque este año empieza a hacer parte del equipo de trabajo como docente de la escuela, tenemos muchas expectativas alrededor de eso, en el sentido de que queremos que él no sólo transmita una técnica, sino muchos de sus sentimientos a los chicos y de esta manera generemos un entorno social, cultural y artístico más amigable y así, el arte y la cultura en el municipio de Lebrija, del departamento y el país siga creciendo”.
Con cada paso que da ha logrado fortalecer ese espíritu aguerrido, esas ganas de llevar el arte por el mundo y cumplir con sus expectativas a futuro, principalmente encontrar su propio estilo artístico que tiene como pintor, dejando huella permanente en cada lugar que plasme su pintura. La preservación de la cultura indígena es y será su objetivo en este largo camino que inició cuando tomó por primera vez una caja de colores, una hoja de papel y empezó a plasmar sus dibujos favoritos, la unión familiar y la tribu, todo lo que le rodeaba.