Bájate de la nube
Llego unos minutos tarde y las mujeres de Enkelé ya están en el ensayo. Primer aprendizaje: que sea música afro, no significa que no se deba ensayar. Las maracas, los alegres, la tambora, el llamador y las voces ya andan sonando; me reciben con ‘Bájate de la nube’, una de esas canciones que pegan al instante.
Mildreth Pasos, la tamborera del grupo, marca el ritmo en el cuero del tambor. Mildreth refleja, desde la forma con la que coge sus baquetas que está en lo suyo, que se sabe el berroche, el son de negro, la tambora, la guacherna, la chalupa y hasta la champeta y que nadie le puede arrebatar aquellos ritmos:
“Hace mucho rato hice una conexión casi que mágica con la tambora y lo que son los instrumentos. Me gusta, los siento. Es como cuando pones los pies en la tierra, conectarme con la música es como una gran receta mágica”.
Así se siente escuchar a Enkelé, una recarga de energía sabrosa; Carolina Delgado, la maraquera del grupo —y la directora— también lo demuestra. Cuenta que aprendió a tocar las maracas en un festival tradicional en Venezuela y que duró tres horas tratando de adivinarle el ‘patrón rítmico’; sí que lo encontró, porque no se cansa, sus brazos y su coordinación hacen que la ‘semilla’ refleje el poder y la resistencia de las letras que producen como grupo.
Mildreth Pasos en la tambora. Foto tomada por Ana Mena
Los alegres de Enkelé. Foto tomada por Ana Mena
En la esquina están las demás instrumentistas. Carolina Ortiz y Angélica Ruíz, comentan sobre los cortes, pero no los de cabello, sino los del alegre; aquel instrumento que definitivamente lleva el ritmo y que también requiere más técnica. Las dos licenciadas en música, Angélica con énfasis en percusión, tienen un profundo respeto por los aires tradicionales y por los cueros que tocan, pues, conocen el origen ancestral de estos instrumentos. Y es que no era común encontrar mujeres que interpretaran el alegre en el departamento; y en un mundo musical de hombres, ellas hace tiempo asumieron el reto.
En cada canción de origen afro siempre debe estar el llamador: un tambor de menor tamaño en comparación con el alegre y al que, algunas veces, no se le da la misma importancia; Gisell Cadavid interpreta este instrumento y asegura: “el llamador me conecta de una manera muy especial porque me mantiene como en esa base, como que me asienta ahí y eso me gusta; siento que desde los pies hasta la punta del cabello estoy ahí conectadita”. Es precisamente esa base rítmica, que pareciera insignificante, la que le aporta un toque de más para hacer, como lo decía Mildreth, la receta mágica.
No está de má’
Pasan unos minutos y me doy cuenta que ya tarareo los coros de las canciones. Es apenas normal, pues las voces de Laura Sánchez, Elizabeth, Yuranis y Yira reflejan la fuerza y la entereza de las letras de Enkelé. Laura, realizadora audiovisual de profesión, después de contarme su origen barramejo y su apego a la cultura afro, afirma: “siento libertad, fuerza; la fuerza a través de mi voz, canto muy fuerte; un desfogue de energía”. Eso es evidente, pues mientras cantan se les hace inevitable mover las caderas y de vez en cuando sonreír.
Mildreth reparte dulces de tamarindo y de plátano que trajo de su tierra (Gamarra); mientras tanto y así, más endulzadas, me doy cuenta que Enkelé ha pasado a ser parte central en la vida de muchas de sus integrantes. Para Yira Miranda, por ejemplo, ocupa no solo un lugar musical, sino también un significado emocional y académico (por su profesión de trabajadora social); así, me dice: “La letra no es que esté pensada y calculada como que ‘tiene que mandar un mensaje’ no. Pero siempre cuidamos que diga algo constructivo”. Y es que académicamente hay mucho por decir de Enkelé: mujeres, música afro, deconstrucción de estereotipos, propuesta innovadora y muchas otras más; pero lo cierto es que irradian una conexión asombrosa como propuesta musical.
Elizabeth Mota, microempresaria, y Yuranis Miranda, bióloga, son la cereza del pastel, pues aportan originalidad y firmeza a los coros de las canciones; a pesar de no estudiar música, se atrevieron a entenderla como un medio de expresión distinto y, en medio de la admiración y orgullo por lo que han alcanzado como miembros del grupo, están abiertas al aprendizaje.
Carolina Delgado_ maraquera y directora de Enkelé- Foto tomada por Ana Mena
Yo no sé querer, a medias cariño mío, yo no sé querer
La conformación del grupo fue una coincidencia total. De las once, al menos ocho estuvieron en 2018 en el Festival de la Tambora en Gamarra, César. Algunas iban con otras agrupaciones musicales, otras con danzas, otras estaban allí como anfitrionas —en el caso de Mildreth— y otras, simplemente, estaban en la búsqueda de un grupo que trascendiera de la chisga.
Lo cierto es que Carolina Delgado se dio a la tarea de conformar el grupo y con ayuda de todas, la idea empezó a funcionar. El ámbito social no les sonreía mucho, pues en estos ritmos los hombres son mayoría, además que de por sí existían barreras que se interponían para el surgimiento del grupo:
“No es que entre mujeres pelean mucho, no; o sea, llevamos tres años larguitos de caminata aquí en este proyecto y ha ido super bien. Sí hay desacuerdos, pero no es nada radical”, cuenta Laura Sánchez sobre los estereotipos que han vencido como agrupación. Angélica Ruíz, aunque cuenta que el hecho de ser mujeres algunas veces ha hecho que las llamen más, también han ocurrido excepciones: “comentarios que uno escucha, como siempre. Una vez que fui a montar los instrumentos y como ‘ay, ¿ya viene el que va a tocar? No, yo soy la que va a tocar”.
Contra viento y marea Enkelé, voces y tambores, comenzó a sonar y hoy, como lo asegura Yira Medina, la gente se da cuenta que “estas viejas están sintiendo lo que está pasando ahí”. Desde la puesta en escena del grupo, ya comunican algo distinto: once mujeres con turbantes, vestidas de colores fuertes, fosforescentes y con unos tenis que aportan un toque moderno ¡Enkelé está en tarima! Aunque todas les dan importancia a los trajes —hasta a los ensayos llegan uniformadas—, Carolina Delgado explica el porqué de ese vestuario: “Enkelé desde un principio busca algo como
de la diáspora africana y siempre estamos pensando es en eso, en cómo hacerle un tributo a la cultura africana”.
La voz principal, Camila Andrea Pedrozo, y Damar Guerrero, cantautora de bullerengue, también son parte fundamental de la agrupación. Con su sello personal le imprimen toques adicionales a su propuesta musical.
Enkéle_ Voces y Tambores en tarima. Foto tomada por Yerklin Moreno
¿Pa’ dónde vas? Pa’ la cima
Como una de sus canciones de su último álbum, ‘Paloma’, así va la agrupación femenina Enkelé voces y tambores. De hecho, hace una semana estuvieron en el top 20 de Radio Nacional de Colombia. Esas once mujeres, en su mayoría santandereanas, demuestran día a día que sí es posible vencer los prejuicios, que es verdadero sentir la música de manera distinta y reencontrarse con la raíz cultural, que se han convertido en un impulso para la participación equitativa en la escena musical y que, definitivamente, no son el grupo tradicional folklórico que se espera, son mucho más. Así reflejan con cada traje, sonrisa y golpe de tambor que el revolucionar lo llevan en la sangre y que Bucaramanga, sin duda alguna, suena a tambor.