Desde el mes de marzo, tiempo en el que inició la cuarentena estipulada por el presidente Iván Duque, la economía y el desarrollo del país, tuvieron que detenerse con el fin de resguardar la salud de millones de colombianos. Las fábricas de calzado se vieron en la necesidad de cerrar las industrias y con ello enviar a los empleados a sus casas para evitar la propagación del COVID-19.
En Bucaramanga, una gran parte de la población está vinculada a la fabricación del calzado y la marroquinería. Según Wilson Gamboa, representante de la Asociación de Industriales del Calzado y Similares, Asoinducals, se estima que en la ciudad y su área metropolitana hay aproximadamente 4 mil fábricas, comprendidas en micro, medianas y grandes empresas, de las cuales el 100% no han podido producir ni comercializar un par de zapatos.(Escuche el podcast al inicio de esta nota).
Y aunque el gobierno nacional ya dio la orden de reactivar la producción en las empresas manufactureras, algunos empresarios consideran que esta decisión es inválida pues con el comercio cerrado es muy complejo fabricar y comercializar.
La reinvención del sector
Debido al incremento del uso de tapabocas y de otros insumos para prevenir el COVID-19, las fábricas de calzado han tenido que reinventarse, elaborando tapabocas y caretas para poder subsistir y mantenerse.
“A nosotros como fabricantes del calzado nos ha tocado muy duro, muy pocas veces tienen en cuenta al sector para ayudas del gobierno y ahora con esta situación de la pandemia nos tocó recurrir a dejar de fabricar zapatos para producir tapabocas, con esto podemos ayudarnos un poco para pagar todas las deudas que tenemos” afirma Fernando Cifuentes, fabricante de calzado.
Por otro lado, el representante de Asoinducals afirma que se está trabajando en conjunto con el gobierno local para buscar una solución ya que muchas fábricas han tenido que cerrar y esto podría afectar aún más la economía de la región.
El gobierno nacional ha sido enfático y ha hecho el llamado para que se opte por el trabajo en casa; sin embargo, esta opción sólo es viable para los pequeños talleres familiares pues no requieren de mucha infraestructura para su modelo de trabajo. “Recurrir a que los empleados trabajen desde casa es una decisión absurda ya que en las fábricas tenemos la maquinaria, los materiales y todo el acondicionamiento para que se pueda producir, sólo aquellas familias que trabajan con muy poco si podrán hacerlo desde casa” agrega Cifuentes.
Finalmente, el sector del calzado espera una pronta respuesta en cuanto ayudas y flexibilidades para poder reanudar labores productivas para evitar quela afectación a la economía de la región aumente.