A las cuatro de la tarde en la Universidad Industrial de Santander (UIS), junto al auditorio Luis A. Calvo, se encuentra un salón de música decorado con múltiples trofeos y diplomas que reflejan la trayectoria de la coral universitaria. Sentado al piano en el centro del salón se encuentra Juan Manuel Hernández Morales, actual director del coro de la universidad y quien posee un recorrido que abarca desde sus días como estudiante de música en la UIS hasta su actual rol como pilar del canto coral en Santander; Hernández refleja su pasión por la música a través de la enseñanza, enfrentando y superando los obstáculos socioeconómicos que acompañan a este arte.
Desde sus primeros recuerdos, la música ha estado presente en su vida al provenir de una familia de artistas donde los acordes y las melodías hacían parte de la vida cotidiana. “Todos pasamos por el Conservatorio Departamental de Música”, recuerda con una sonrisa, refiriéndose a sus hermanos y primos. Su ambiente familiar, sumado a su participación en la banda del Colegio Militar, fueron las bases de su amor por la música. Sin embargo, fue a través de su trabajo en un estudio de grabación con Laurentino Balaguera, conocido como El Buby, que realmente visualizó la música como su vocación profesional.
A muchos de sus estudiantes les asombra que no hizo parte del Coro de la UIS durante sus años como estudiante, su conexión con la música coral se fortaleció con su participación en la Coral Comfenalco Santander bajo la dirección de Luz Helena Peñaranda, a quien recuerda con mucho aprecio por sus enseñanzas de liderazgo y constancia en el trabajo.
Su transición de estudiante a director del Coro de la UIS en 2007 llegó de una manera que él describe como milagrosa, y lo considera un momento muy significativo en su carrera. Haber sido alumno y maestro le ha permitido observar desde diferentes perspectivas como la idea del coro y de la música evoluciona en las generaciones. Para Juan Manuel, la música a menudo se centra más en el recuerdo que en el gusto, y le causa curiosidad cómo las redes sociales han llevado a que mucha de la música que escuchaba de joven vuelva a ser tendencia hoy en día, lo que le permite establecer una conexión con sus alumnos.
Otro cambio que ha presenciado es que el interés por participar en la coral universitaria se ha mantenido promedio con una tendencia a disminuir, especialmente entre los hombres, quienes todavía tienen la creencia de que cantar puede ser una actividad muy femenina. Según Hernández, cantar requiere sensibilizarse y cantar bonito, y en un mundo donde se espera que los hombres sean fuertes, les cuesta más mostrar esa sensibilidad."Ya es más visible que las niñas hagan cosas de chicos, pero creo que los chicos se aferran más a sus cosas de chicos", explica.
Juan Manuel ya había trabajado como maestro de música en la Universidad Pontificia Bolivariana y como director de coro en el colegio Gabriela Mistral de Bucaramanga, pero asumir la dirección de la coral UIS fue un gran paso en su carrera profesional. Para él fue un honor dirigir uno de los coros más antiguos de Colombia, que ganó prestigio bajo la dirección de Gustavo Gómez Ardila y que se mantuvo tras su fallecimiento gracias a Libardo Barrero Castro, quien al enfermarse de cáncer dejó a Juan Manuel a cargo."Mi función, mi labor y mi legado es restaurar el prestigio nacional e internacional del coro", apunta Hernández.
Durante sus años como director del coro ha logrado construir su meta de restauración, alcanzando reconocimientos internacionales como el premio a mejor director en el 2014 Busan Festival Coral & Competition en Corea del Sur y el premio "Miroslav Košler" en el 32º Praga Cantat 2018 Choir Competition. A pesar de los reconocimientos, Hernández enfrenta un desafío persistente: los obstáculos presupuestales. Sus experiencias fuera del país le han permitido reconocer que, aunque en Colombia hay tanto talento como en países más desarrollados, el apoyo financiero que se le da a las artes en el país limita la capacidad del coro para participar en más festivales internacionales.
Este obstáculo no solo afecta a la coral de la UIS, sino también al funcionamiento diario de muchos coros universitarios en el país. Según Hernández, esta falta de apoyo financiero es incluso la razón por la cual muchas universidades no tienen un coro."Es necesario una asignación presupuestal desde el Ministerio de Cultura para que el arte tenga una presencia mucho más fuerte en las universidades colombianas y que no todo el presupuesto se lo lleve de deporte”, detalla, y precisa que la autofinanciación suele ser una solución para los coros pero es inviable para los grupos universitarios cuyos integrantes no pueden asumir los costos.
Los desafíos económicos sobrepasan a los coros universitarios. Para Hernández el coro es una herramienta que también ayuda al desarrollo comunitario. En el 2013 fue tutor regional en el Plan Nacional de Desarrollo Coral de la Fundación Batuta en regiones alejadas del Cesar, La Guajira, Santander y Norte de Santander, una experiencia de la cual habla con mucho dolor y tristeza. Fue a través de esa vivencia que conoció la realidad del país, al trabajar con comunidades muy vulnerables que creía que solo existían en las noticias, pero también fue aquí donde descubrió el impacto transformador que tiene la música. “Son poblaciones que no solo necesitan de una ayuda económica, sino también un cultivo espiritual que les permita ver que sí hay un futuro, y la música coral ayuda a crear esa conciencia de superación”.
La trayectoria de Juan Manuel Hernández ha sido larga y exitosa. Sin embargo, aún tiene algunos sueños por cumplir. Para sentirse realizado como director de coro, desea lograr una gira mundial con sus alumnos, no necesariamente para mostrar el trabajo, sino para impregnarse de todo lo que rodea esa experiencia, ya que cree que puede cambiar la perspectiva de todo lo que hace. A nivel personal, le gustaría que cada municipio de Santander tuviera un coro, pues desde su perspectiva "la gente que canta en coro es feliz y sociable, y eso seguramente va a hacer que cada sitio donde esté ese coro sea mejor".
Finalizada la conversación, los alumnos del coro de las cinco de la tarde comienzan a ingresar al salón de música, Juan Manuel recibe a cada uno con una sonrisa para iniciar la sesión, hablan y ríen unos minutos sobre su día, sus problemas y sus alegrías. Al terminar la conversación se sienta nuevamente en el centro del lugar a tocar su piano, tal y como estaba una hora antes. Desde lo lejos se escuchan las melodías de un lugar en donde mientras unos sueños se cumplen, otros se crean.