Fotos portada: Cortesía Frank Rodríguez
Kekar, la resistencia de la caricatura en Colombia, es una película documental dirigida por el documentalista Frank Rodríguez, se estrena el jueves 8 de agosto en las salas de cine del país. Este trabajo rinde un homenaje al caricaturista, de 68 años, Cesar Augusto Almeida Remolina, Kekar, en reconocimiento a su recorrido y su legado.Plataforma conversó con Frank sobre este proyecto, su producción, sus percepciones sobre el papel del caricaturista.
P: El nombre del documental es Kekar, la resistencia de la caricatura en Colombia, ¿cuáles son esos aspectos que convierten a Kekar en ese símbolo de resistencia en la caricatura?
F: Yo arranqué el documental un poco desprevenido del personaje, con ayuda de Alejandro Murillo y de Pierina Luco en la investigación decidí empezar a grabar a Kekar sin conocer mucho de él, sin conocer mucho sobre lo que es la caricatura en el país, y arrancar a conocer el tema en la medida en que iba grabando. Entonces encontré una característica de Kekar que se reflejaba también en muchos caricaturistas que fui conociendo en el desarrollo del documental, la resistencia, porque trabajan crítica y sátira dentro de un órgano del establecimiento como los periódicos.
El caricaturista está siempre en una dualidad, pendiente de que en cualquier momento puede ser despedido, en cualquier momento pueden llamarle la atención por hacer un comentario que consideren incorrecto, incluso llegar a no publicar alguna caricatura realizada. Luego de eso, si se publica la caricatura, el caricaturista debe tener un ‘lomo’ muy fuerte porque muchas personas van a criticar su trabajo, otras van a aplaudirlo, un día el caricaturista es querido por un grupo de personas, y al otro, puede caer mal a ese mismo grupo. Para el nombre nos basamos en una premisa planteada por la maestra Beatriz Gonzáles, al artista no lo persigue nadie en Colombia, pero al artista caricaturista.
P: Eso cala aún más en un país tan polarizado como este, ¿no?
F: Yo creo que los caricaturistas son un termómetro de la democracia, en la medida en que eso se vive en la faena política también es así en la vida de estos personajes. Sin embargo, creo que el hecho de que hoy existan valientes caricaturistas y que se les permita desarrollar su trabajo en el país, tiene una lectura de la democracia, en un país en donde en otro momento asesinaban a alguien por pensar diferente, pusieron bombas en medios de comunicación por hablar mal del narcotráfico, a pesar de la polarización de este momento está la posibilidad de hacerlo y no quedarse con el oficialismo.
P: Tengo entendido que el estreno de esta película se dio en Capitanejo, la ciudad de origen de Kekar,¿qué significa que haya sido de esta manera?
F: Nosotros no le llamamos estreno, sino una función homenaje a Kekar, es una función que lógicamente procedió con las posibilidades tecnológicas y con las posibilidades de convocatoria que teníamos en Capitanejo. Muy chévere cuando le dijimos hace cuatro meses a Kekar que su película iba a estar en salas de cine, no sabíamos todavía la fecha, después de escucharnos hablar dijo “a mí me parece chévere que lo vean en otras ciudades, pero yo quisiera que la película se viera en Capitanejo, allá está mi gente, yo fui un niño que a los 16 años publiqué mi primera caricatura y me gustaría inspirar a más niños”. Nos pareció romántica la idea y la desarrollamos como lo pidió.
P: En ese sentido, ¿por qué es importante resaltar a nivel departamental y nacional personajes como Kekar?
F: Hay muchos personajes anónimos que están por ahí dando vueltas y son fundamentales para la cultura de un país, uno podría contar la historia de la violencia en Colombia por lo menos de los años setenta hacia adelante con caricaturas de Kekar, él tiene caricaturas sobre la época de la violencia que son fundamentales para entender la historia del país. Además, por medio de Kekar podemos hacer una reflexión sobre la libertad de expresión en un país como este.
P: ¿Cómo se seleccionaron los lugares en los que se grabóKekar?, porque se evidencia una relación con las caricaturas y las historias que él va contando.
F: Sí, lo que nos permitió alejarnos de la incertidumbre de la grabación era que nosotros sabíamos que íbamos a ir a escarpa occidental, al Carrasco, a Capitanejo, sabíamos que íbamos a ir a la tienda donde él va todo el tiempo, por la investigación que se había realizado. Cuando lo íbamos a presentar como cronista, ya había cinco crónicas escogidas y una que nos pareció que tenía mucha riqueza audiovisual, no solamente literaria, era la de conversaciones con un chulo. Cuando fuimos a la escarpa occidental, nosotros tuvimos que justificar por qué el documental tenía una relación con problemas contemporáneos de la ciudad. Y Capitanejo porque es su lugar en el mundo.
P: ¿Hubo un hilo conductor detrás de la elección de los lugares?
F: No pensamos un hilo conductor como tal, como es una Biopic uno va contando fragmentos de su biografía, pero sí algo que en documental nosotros llamamos “los dispositivos”, entonces había varios dispositivos en un momento; mientras dibuja una caricatura sucede algo, otro dispositivo; una caricatura ya hecha. La caricatura de Curos Málaga nos permite llegar a un lugar, la caricatura del cheque firmado por Luis Carlos Galán nos permite contar una historia, la caricatura y la fotografía con Gabo nos permite contar otro momento. En eso fue valiosísima la investigación hecha, luego con Silvia durante el rodaje nos dimos a la tarea de entrar al archivo de fotografía de Vanguardia de la UNAB y tomar fotografías de mil caricaturas y empezar a ubicarlos por las temáticas tratadas, entonces esa organización nos permitió actuar fácil.
P: Desde el punto de vista formal del montaje, ¿cómo fue la selección del material para decir "esto es lo que queda, y qué desecha del material rodado" ?
F: Yo había dirigido, había hecho cámara en varias escenas e iba a editar, entonces yo terminé desechando los primeros encuentros con Kekar, además nos estábamos conociendo, yo lo conocí, hablamos de hacer el documental y yo ahí mismo le puse el micrófono, saqué la cámara y empecé a grabarlo, entonces esos primeros momentos no fueron espontáneos. En Capitanejo también cortamos mucho, hay un personaje que no sale pero es muy potente, que es Jose Caricatura, no sale porque en la narración no entra articulado. También por fuera se quedaron 600 caricaturas, eso fue muy fuerte porque si uno buscaba en la carpeta de las caricaturas, cualquiera podía servir, gran parte de la música original también se quedó por fuera.
P: Santander ha tenido relevancia en las producciones audiovisuales en el país, ¿cómo ve el panorama para Santander dentro de las producciones nacionales?
F: Yo creo que no solamente en Santander sino todas las regiones están haciendo películas porque ya se tienen las cámaras y todo está más cercano. Antes hacer un largometraje era conseguir tres mil millones de pesos, ahora con mucho menos dinero se puede realizar, eso ha llevado a que existan más películas, eso es importante porque mire lo que está pasando en Argentina, cuando se corta esa posibilidad de contar un país, es fuerte porque se sale de las manos de las personas la posibilidad de contar una realidad lejos de la empresa que es dueña del canal de televisión.
En Santander las facultades de comunicación, de artes audiovisuales han hecho que ya no sea raro grabar una película en el Cañón de Chicamocha, en Barichara, en Girón, ya no es novedoso. Yo lo que espero es que las producciones no se pierdan, sino que al final quede una cinemateca, eso empieza a activar otro tipo de cosas en el departamento que me parecen importantes.
P: Usted comentó que inició el documental sin tener mucha idea de Kekar, después de realizado, ¿qué termina significando este documental?
F: Yo tengo un maestro que es Víctor Kossakovsky que es un documentalista ruso, él tiene una frase que es “no hagas un documental de algo que odies o ames, haz un documental de algo que no sabes si odias o amas y después del documental genera esa respuesta”. Y después del documental yo tengo un afecto muy grande por Kekar, es recíproco, nos escribimos. Entonces el documental tiene el problema que uno está grabando humanos y uno es humano también, termina uno afectado emocionalmente por eso, que es una de las diferencias con la ficción, porque acá yo mantengo una relación hasta los últimos días de Kekar o los míos.