La expresión de los sentimientos tiene un lugar privilegiado en los estadios de fútbol. Sin duda alguna, la participación de los hinchas ocurre por la unión de diferentes sujetos en una identidad, que en este contexto es intensificada.¿Pero qué tan viable es seguir con la reactivación en estos escenarios, teniendo en cuenta que aun la pandemia sigue en pie?
El futbol, sin duda alguna, es un deporte que mueve a muchísimas personas; sin embargo, durante la cuarentena, los escenarios deportivos quedaron vacíos. Se perdió esa esencia de ver en la tribuna a familias, hinchas y barras alentando a los 11 deportistas que defendían la camiseta del club del cual son fanáticos.
“Jugar sin público es un poco aburridor, porque nosotros lo que hacemos es brindar espectáculo y el público es eso, motivante, es agradable”, son las palabras de Álvaro Meléndez, jugador del Atlético Bucaramanga, quien como todos los deportistas profesionales de nuestro país, tuvo que ejercer su profesión sin uno de sus componentes estrella: el público.
Hace poco más de seis meses han ingresado poco a poco a los aficionados. Se empezó con un 10 por ciento del aforo y a medida que el tiempo pasaba y teniendo en cuenta que las UCI estaban bajando en su ocupación hospitalaria, el aforo aumentaba, como un juego de palabras: entre menos personas en el hospital, más en el estadio.
Todo pareciera que conforme pasan los días, el estadio vuelve a tener su atmósfera natural, no se pueden dejar a un lado las barras bravas de cada equipo. En este deporte existe un tipo de colectivos que siempre hace parte del 'ADN' de un escenario deportivo.
Los integrantes de las barras son jóvenes que buscan a través de estos grupos fortalecer y renovar su vida gracias a unas prácticas sociales que se inscriben en un espacio ritual; en las barras son 'alguien', tienen una identidad y un sentimiento de fidelidad extremo, en este caso por un equipo de fútbol.
En Bucaramanga existe la Fortaleza Leoparda Sur: "el movimiento más grande que tiene la ciudad, estamos enfocados y tenemos siempre la lupa en el equipo, intentando mejorar las condiciones del club y que todos los que siguen el equipo estén conformes”, afirma Edson Acevedo integrante de este colectivo que se ha caracterizado por ser uno de los mejores en la cuestión de comportamiento dentro y fuera de los escenarios deportivos.
Por otra parte, no hay que dejar a un lado que la pandemia aún sigue vigente y así como centenares de personas entran al estadio, el riesgo a contagiarse siempre está allí. “Últimamente, ha bajado la ocupación UCI en nuestra ciudad, pero la reactivación sigue en curso y en los estadios es muy importante seguir con las medidas de bioseguridad para evitar un próximo pico en los meses finales del año”, menciona Daniela García, Jefe de Enfermería del Hospital Universitario de Santander.
Según el alcalde de Bucaramanga, Juan Carlos Cárdenas, la ciudad tiene el segundo mejor índice de resiliencia epidemiológica del país. “Este indicador nos permite aumentar aforos al 75 por ciento en estadios, teatros, conciertos y diferentes escenarios de encuentro, para seguir reactivando la economía”.
A ciencia cierta es difícil rastrear cuántos aficionados se enferman porque el periodo de incubación puede durar una semana o más. De este modo, es probable que las personas no relacionen su enfermedad con el juego, especialmente si asumen que las actividades al aire libre son seguras.
Qué se puede esperar de todo esto, si como lo mencionan mucho de ellos: el amor al club es cantado por casi todos en el estadio -algunos con más intensidad que otros-. El hincha ama, canta, se emociona y compra. Pero la Covid-19 en todo este tiempo que ha estado con la ciudadanía ha dejado una serie de reflexiones que no hay que dejar pasar y las cuales se presentan a continuación.