Oriunda de Simijaca, un pueblo de clima frío y nublado ubicado al norte de Cundinamarca, tranquilo, ideal para descansar y con “el queso más exquisito”, a sus nueve años, Vianka Varela salía a las calles a jugar con su bicicleta de cross sin saber que se convertiría en una de las promesas del BMX colombiano. Con una sonrisa en su rostro al hablar de su infancia, se confirma que fue feliz, llena de energía y vitalidad en donde encontró la pasión en un deporte poco convencional. A sus nueve años, fue invitada a una competencia nacional. Allí estaba Mariana Pajón, “una anécdota para rememorar”. Sus ojos se empañaron, las sensaciones desbordaron en su cuerpo por lo emotivo del encuentro.
– Yo sabía quién era Mariana, ese nombre perseguía mis oídos, dice Varela.
La familia y el deporte es lo más importante para ella. Dedica siete horas a entrenamiento entre gimnasio y pista, cuarenta minutos de ida y vuelta en su bicicleta, lo que permite dominar con mayor facilidad esta disciplina. Actualmente vive con su padre, su madrastra y su hermana menor en Bogotá. Le costó separarse de su madre, ya que con ella vivió gran parte de su vida en Bucaramanga. Se adaptó a la capital, y estar en la Selección Bogotá modificó su carrera. Su entrenador, Luis Fernando Peña, habla con agrado de la deportista y menciona con familiaridad que es “un ser explosivo y perfeccionista, a su vez, con agilidad, lo que la ha llevado a correr en pistas nacionales e internacionales”. Con 17 años forma parte de la Categoría Junior y continúa dando lo mejor de sí para en unos años alcanzar la Categoría Élite, exponente en el BMX de nuestro país. Reflejando seguridad y confianza en su rostro de tez blanca y de rasgos perfilados, dice:
“Sé que lo puedo lograr porque tengo el potencial y voy más allá de lo que me enseña el entrenador porque soy abierta al aprendizaje, innovadora con la “bici”, disfruto mi deporte y reconozco en lo que debo trabajar”.
“Armando cada recuerdo, la primera vez que fui a una competencia me di cuenta que el ambiente es diferente; los deportistas están concentrados analizando las tácticas del verbo ‘ganar’, siendo la pista un escenario de competencia y el revivir de miedos”, agregó la deportista. Con respecto a sus logros, es subcampeona nacional (2019), tercera a nivel nacional (2020), tercera en Panamericanos (2021), segunda en Sudamericanos (2021), pero en ese mismo año de su último logro deportivo la marcó una caída en donde se fracturó la clavícula y un dedo de la mano, creando un contraste en este periodo de su vida “el golpe emocional fue lo más duro porque, en resumidas palabras, los huesos se vuelven a unir”, expresó. Habla del tema pausada, sin embargo, no evade detalles del estancamiento emocional que sufrió tras su caída en un salto supercross porque el temor y la mente iniciaron a ejercer su papel, siendo sus hermanas Juana María y María Lorenza las aliadas de este proceso, quienes emitían ánimo y le recordaban su potencial en ese ciclo de temor a no cumplir sus metas. Su mirada reflejaba resiliencia al pronunciar de sus finos labios “me costó retomar, pero continúe la carrera recordando lo que había hecho y logrado hasta el momento”. Sin duda alguna, la deportista reconoce el talento y el alto rendimiento que tiene para maniobrar la bicicleta.
Vianka se ha destacado por ser ágil y rápida en el BMX. Foto: María José Tamayo.
La etapa de bachillerato fue experimentada en el Colegio Técnico Industrial José Elías Puyana, donde obtuvo apoyo de sus directivos, docentes y compañeros para así entretejer su mundo deportivo simultáneamente con sus estudios. Mantiene su legado allí por la destreza deportiva y la pasión por el BMX. Diego Alejandro Rodríguez, docente de Música y Educación Artística la describe como una joven disciplinada y entregada a su carrera, aunque cerrada de alguna manera para interactuar fácilmente. En general, la institución educativa promueve las habilidades de los estudiantes de cualquier índole.
No es muy sociable, su círculo está constituido en su gran mayoría por deportistas de la misma línea o que tengan una afinidad por el deporte – no necesariamente la bicicleta –. Algunas personas hacen juicios a priori y consideran que la disciplina la ha desplazado del transcurrir “normal” de una joven de 17 años, estando en una postura equívoca porque ella asevera con tranquilidad “elegí ser cerrada, el deporte no me limita, ya que hay fines de semana para hacer actividades diferentes y esparcir la mente”. En sus tiempos libres le gusta leer libros de crecimiento personal, escuchar pódcast, aprender inglés, ver vídeos de sus referentes Mariana Pajón y Diego Arboleda, compartir con su familia e investigar sobre el pregrado de psicología que iniciará en el primer semestre de 2023. Genera cierto impacto la manera cómo habla acerca del gozo por analizar el comportamiento del ser humano, por estudiar la mente y sus componentes para transversalizar con otras áreas. Su lenguaje corporal comunica seguridad, análisis, determinación en la toma de decisiones, y por supuesto, optimismo hacía cualquier situación. Enfatiza en el manejo de las emociones y en convertir el miedo y los nervios en potencia. Reafirma el gusto por todo lo relacionado con bicicletas y el compromiso con este deporte hasta que el cuerpo le conceda fuerza, agresividad y velocidad en la pista.
Explosiva en cada carrera, sobre todo con los saltos supercross, pero dulce y noble afuera de ella. “Admiro su tenacidad, fortaleza y forma de amar; somos un equipo brillante a pesar de ser tan diferentes. El diálogo es esencial en nuestra relación”, expresó Juana. Asimismo, se destaca en el rol de amiga por ser un apoyo incondicional, escuchar y compartir tiempo de calidad; disfruta de las cosas sencillas, amante del campo y de los animales, en especial, los perros – cada vez que va a Simijaca busca a los perros sin hogar para darles comida, por cierto, a cada uno le puso nombre –. No solo es amorosa con los caninos, también le gustan los infantes, por ese motivo, desea brindar instrucción y acompañamiento a niñas en proceso de formación con el Bicicross.
La motiva ver a los mejores en su deporte; las niñas que luchan por mantenerse en las pistas; las ganas por dejar un legado y representar a Colombia; su propia superación; proyecto de vida y convertirse en inspiración como resultado de su entrega al trabajo continuo. Su voz aguda destaca, pero cada palabra que pronuncia está sumergida en concentración, siempre sonríe y se muestra alegre. Transmite calidez, sencillez y buena energía. Al inicio suele emplear la economía del lenguaje, pero a medida del diálogo va generando confianza para abrir la puerta de su pista. Entre risa y risa, se deja de lado el formalismo compartiendo significativos detalles de su vida personal y profesional, permitiendo que se conozca el origen de su actual estilo de vida.
Auguran una carrera de abundantes logros, reconocimiento, aprendizaje y múltiples experiencias que permiten cimentar el amor por el deporte. De alguna u otra manera, los miedos van a estar presentes, pero afrontarlos desde la introspección es una alternativa viable. La unión familiar, la gratitud y el trabajo conjunto entre compañeros y entrenadores es la pieza clave para Varela; una mente innovadora en pensamientos e ideas y en las rampas, acrobacias con técnica. Como todo joven, desea realizarse y asegurar un bienestar mediante lo que le gusta donde la intensidad y la emoción sea la pendiente máxima de su carrera.