Reinaldo Ojeda Cabrera nació para bailar.Él es bailarín de salsa y tango, pero lo que más llama la atención es que lo hace con una sola pierna, pues así nació. Estudia fotografía en el Instituto Superior de Educación Profesional de Buenos Aires y está culminando la carrera de Profesor Superior en Educación Física en el Instituto Superior de Educación Física Dr. Enrique Romero, en Argentina, y está en su último año de prácticas. Reinaldo realiza talleres de danza, folklore argentino y tango. Tiene un dúo con otro bailarín que se llama Almas de tango donde expone el arte de bailar tango. Nació en Ipiales, Nariño, aunque actualmente vive en Argentina. Tiene 46 años y su color favorito es el azul rey, justo como su nombre.
Reinaldo o, como prefiere que lo llamen, ‘Rey’ considera que la sociedad no debe olvidarse de las personas con discapacidad, que las personas con condiciones diversas cumplen un rol importante. Esta es su historia.
Plataforma Digital: ¿Cómo empezó su pasión por la danza?
Reinaldo Ojeda: “Bueno, si tienen la oportunidad de ver una fotografía o un video mío, se van a dar cuenta que tengo una discapacidad motora de amputación de miembro inferior izquierdo, lo mío fue de nacimiento. Yo creo que hay un Dios todopoderoso, entonces cuando mis padres vieron esa situación, de un hijo enfrentar la vida, me sacaron adelante por todos los medios, tanto emocionales y físicos, como de experiencia, porque nadie nace sabiendo. Ellos me sacaron adelante y a los cinco años ya iba a la escuela con mis primeras dos muletas y empecé a tener una habilidad muy asombrosa.
Cuando yo aprendí a levantarme en un solo pie, cuando aprendí a caminar, aprendí a saltar en un solo pie, tuve mucha habilidad de equilibrio. Y en la escuela fue un proceso muy lindo, un paso muy lindo, porque me adapté muy fácil, a querer ser un alumno más. Aprendí a jugar fútbol en la escuela. Aunque tenía la discapacidad, mis compañeros como que se adaptaron muy fácilmente porque veían que yo corría igual que ellos, le pegaba a la pelota con un solo pie, tapaba normal, o sea, no tuve como esa discriminación o rechazo de mis compañeros, así que fue una primaria excelente. Yo tengo una familia muy numerosa, y todos eran muy fiesteros, muchísimo. Todos eran músicos y cantantes, entonces el ambiente musical siempre estuvo 100% en mi casa. Recuerdo que en una fiesta, tenía yo siete años, me sacó a bailar mi mamá, y yo, ni corto ni perezoso, lo hice y ahí empezó todo”.
PD: ¿Cómo empezó a involucrarse en el mundo de la danza, después de saber que era lo que quería hacer?
RO: “Me acuerdo muy bien que a los 15 o 16 años tenía la oportunidad de ir a minitecas que eran a partir de las 2 de la tarde hasta las 6 o 7 de la noche, y me acuerdo bien que yo le pedía a mi mamá plata para para ir y ella no me daba plata. Me decía “no hay para esas cosas” y yo aún así, muy motivado de ir a bailar, me iba y me ‘colaba’ a las fiestas. Al principio era un poco difícil porque nadie quería bailar conmigo, pero, como dicen por ahí, “el que insiste tiene la oportunidad”. En este caso insistí tanto hasta que empezaron a verme bailar con una chica, con otra chica, y empecé a hacer parte de ese ámbito de ir cada ocho días a las minitecas que organizaba el colegio o compañeros del colegio, así que ya me conocían y salían a bailar conmigo. Estoy hablando de la época de mi secundaria.
Yo vivía en la ciudad de Ipiales, departamento de Nariño, sur de Colombia, y era un pueblo muy pequeño en el cual se conocían todos con todos, entonces para mí era ser parte de ese vínculo de adolescentes y para la gente uno más, uno con discapacidad. Tuve una etapa que me marcó mucho, porque cuando llegué, casi en los últimos días de secundaria, no querían salir a bailar conmigo, no podía conseguir una novia, entonces me daba muy duro. Ahora me río porque ya no me da duro. Pero enfrenté las ganas de seguir bailando y a partir de los siete años empezó mi pasión por bailar”.
Reinaldo bailando con otras personas con discapacidad. Foto: cortesía Reinaldo Ojeda.
PD: ¿Quiénes lo inspiraron?
RO: “Me acuerdo muy bien que, anteriormente, había un programa de televisión que se llamaba TeleSemana y en ese programa de televisión, que era un programa musical, pasaban los videos de muchos artistas americanos y veíamos videos que se producían en esa época y había uno súper importante que lo conoció todo el mundo y era Michael Jackson. Michael Jackson tenía una particularidad en su bailar en esa época y creo que aún todavía lo tenemos como uno de los mejores bailarines en ese género que él hacía, entonces yo me ponía a pensar y decía “yo quiero ser como él”, pero no se lo comentaba a nadie porque era como una locura. A Michael lo veía bailar y ahí supe que fue y sería un referente importante en mi vida”.
PD: ¿Cómo era su relación con sus padres?
RO: “A partir de los 8 años mis padres empezaban a preocuparse por cómo yo iba a enfrentar la vida, entonces ellos buscan los medios económicos para poder darme una prótesis. Pero uno a esa edad no tenía voz ni voto y era lo que los padres decían. Entonces mi padre, que laboraba en el SENA, empezó a averiguar esa situación, entonces le decían “ve, anda y averigua, porque por tener un hijo con discapacidad, el seguro social (en esa época era el seguro social) le puede dar la prótesis a tu hijo”. Y, bueno, mi padre contento y feliz buscó la manera de poder adquirir esa prótesis y entonces yo empecé a manejar prótesis desde los 8 hasta los 18 años. Pero me obligaban a ponerme la prótesis y yo no podía hacer educación física, era difícil, no podía correr, no podía jugar fútbol, no podía jugar básquet, era muy complejo para mí. Yo vivía sentado, y eso me marcó.
Y, aparte, cuando quería ir a bailar no iba con la prótesis, tampoco me daban ganas de bailar. Y a los 18 años enfrenté a mis padres y les dije “vea, papá, en algún momento ustedes quisieron darme lo mejor y creo que una de esas posibilidades de darme lo mejor era verme igual que todos los demás” y recuerdo que mi papá me decía “ponte la prótesis para que te veas mejor”. Pero le dije “Dios me mandó en esas condiciones, yo me acepté ya en esa condición y, la verdad, no nací para tener una prótesis”. Mis padres lo aceptaron y tiempo después nos fuimos a vivir a Bogotá y allá sin miedo ya podía estirar la mano para decirle a una chica que la invitaba a bailar. Si me rechazaban, no pasaba nada, le decía a otra. Siempre he sido un poco terco, insisto hasta obtener algo”.
PD: ¿Fue difícil aprender a bailar salsa y tango en muleta?
RO: “No, para nada, no se me dificultó aprender, así como aprendí a jugar fútbol, aprendí a jugar, a hacer algunas actividades normales de niños, me fue fácil aprender a bailar, pues era ver y copiar, ver y copiar. Después de que Tomás, el dueño del bar donde bailaba, me vio bailando empezamos a cuadrar ensayos, y me acuerdo que la primera presentación fue ahí en el bar de él. Ellos—la gente del bar—quisieron ponerme una prueba, me hicieron la invitación para ir a concursar a nivel Bogotá en un concurso de bailarines que se hacía en esa época, estoy hablando de 1996, y era para las eliminatorias y finales de Salsa al Parque.
Al principio, mi danza era un hobby, un gusto, una pasión, jamás en mi vida pensé que con esto iba a ganar dinero, iba a establecer una familia, iba a ser profesional, en fin. También en esa época estaba en las filas del deporte de alto rendimiento, porque me gustaba hacer deporte también. A los 18 años ingresé a un club de personas con discapacidad en deporte y empecé con el ciclismo. Entonces era como el deporte y la danza al mismo tiempo y tener que ir a laborar. Tiempo después, en el 2002 hice mi primera presentación fuera de Colombia, en Brasil”.
Reinaldo en una presentación en las calles de Argentina. Foto: cortesía Reinaldo.
PD: Usted es profesor de Educación Física y Deporte, ¿cuáles han sido los retos a los que se ha enfrentado?
RO: “Al principio me daba un poco de temor poder enfrentar a la niñez, a la infancia. Todo niño es muy curioso, los niños no tienen filtro para preguntar o decir las cosas, entonces yo cuando bailaba, o cuando me invitaban a alguna clase o a dar una charla, los niños preguntaban “¿por qué no tienes pierna?” o decían “¿qué te pasó en la pata? ¿por qué no tenés pata?” y se burlaban y se reían. Pero ahora como profesional y como docente ya no me da temor, entonces durante mis cinco años de carrera como docente aprendí conmigo mismo a poder enfrentar a la niñez.
Cuando yo tuve mis primeras prácticas en el jardín yo ya sabía a lo que me iba a enfrentar, y lo que tenía que estudiar era cómo contestar todas las preguntas y cómo enfrentar a más de veinte chicos que, además de preguntar, querían tocar. Un día, mi profesor Diego, muy muy preocupado, me dijo “vos no vas a poder hacer la práctica”, y yo me enojaba y le decía “no me venga a limitar, porque usted no sabe cómo voy a enfrentar yo mi situación. No me diga que no, déjeme enfrentarlo”. Y el primer día que fui al jardín, él se quedó en el jardín y yo ingresé con mi compañero de prácticas, y los niños que no tenían menos de dos años me miraban y quedaban como “wow”, para ellos era ver algo fuera de lo común”.
PD: “¿Reinaldo tiene algún miedo?
RO: “Estas preguntas me ponen a pensar. Mi miedo…algo curioso que yo decía hace mucho tiempo y que yo decía que tengo en mí es que le tengo miedo a la soledad. Ahora, actualmente, llevo cinco años solo, enfocado en mi universidad, no tengo pareja con nadie, pero tengo muchos conocidos. Tengo una amiga con la que de vez en cuando me junto a tomar un café, a dialogar, a contar las cosas que nos pasan, pero ya no nos vemos todos los días. De conocidos tengo un montón, sobre todo cuando tengo que ir a hacer presentaciones de danza y ensayos”.
PD: ¿Cuál es su mayor sueño?
RO: “Tengo miles de sueños, son como sueños y ‘subsueños’. Como profesional quiero poder terminar mi universidad, que será dentro de poco. Sueño con estar al lado de mis hijos. Mis sueños como profesional son varios. Uno, hacer un libro, tener la oportunidad de hacer una película y, un tercer sueño, es poder vivir de la profesión como coaching”.
Reinaldo planea culminar su carrera de Fotografía y seguir con la danza en Argentina. Foto: cortesía Reinaldo.
Reinaldo sueña con hacer una escuela en algún lugar recóndito de Colombia, en una vereda, un lugar donde los niños y niñas tengan la oportunidad de estudiar y de conocer el mundo. Quiere ser una inspiración para todos, le encanta enseñar y bailar, y qué mejor que hacerlo con esos pequeños lienzos en blanco: nuestra próxima generación.