En Piedecuesta nació el futuro del judo santandereano. Su nombre es Gueyler Andrea Colmenares y viene de ganar la medalla de oro en los Juegos Regionales de la Asociación Colombiana de Universidades, Ascun, representando a la Universidad Industrial de Santander, UIS.
Representando a Colombia, la atleta ha obtenido la medalla de bronce en la primera edición de los Juegos Panamericanos Junior y título del Suramericano Junior Sub-21. Esta es la parte de la historia de esta promesa del deporte colombiano.
Plataforma: ¿Cómo conoció el judo?
Andrea Colmenares: “Quería entrar a un deporte porque deseaba desestresarme por la carga académica de la secundaria. Empecé a buscar. En Piedecuesta solo había dos deportes de combate: karate y judo, ambos quedaban lejano a mi casa. Elegí judo porque quedaba hacia abajo, así evitaba la pereza del inicio. Tomé la decisión de quedarme cuando mi profesor me lanzó al aire por primera vez, era casi como volar, sentirse ligero, como si todas las cargas se alivianaran”.
P: Describa su primer combate
AC: “Fue en Supérate 2015, era mi primer Nacional había pasado allí por exención. Estaba nerviosa, éramos tres y quedé de tercera, recordando que no nacimos ni ganando ni aprendidos. Recuerdo el tatami frío, sentir la fibra del judogui, y la fuerza que hice, la otra chica tenía experiencia y me lanzó, hizo un punto y quedamos en ne waza, ella inmovilizándome, y yo haciendo todo por salir”.
P: ¿Quién ha sido la persona más influyente en su carrera?
AC: “Durante mi carrera deportiva he tenido varias personas que han influido en mí. Iniciando por Yuri Alvear, medallista olímpica y mi primera rival nacional de mayores. Primer encuentro duró solo 20 segundos, y con el tiempo y trabajo llegamos a 4 minutos. Ahora es mi sensei en convocatorias nacionales. Me enseñó que no debemos sobreestimar al rival, que no importa el tamaño, color, bandera o cinturón; no debemos tener miedo, la grandeza de tu rival también define tu alcance como competidor. Si tú rival es bueno, te esfuerza a ser mejor.
También está Nikol Penque, judoca vallecaucana quien, a mí misma edad, ya había ido a Juegos Olímpicos de la Juventud. Campeona en múltiples eventos internacionales, pero más que sus medallas, fue su disciplina, actitud, técnica y dedicación lo que me hizo admirarla. En los entrenamientos internacionales nos hicimos cercanas y me pegue a su ritmo, con la promesa de que cada vez que nos encontráramos volveríamos más fuertes que antes.
Pero la persona que definitivamente influyó más es mi madre, me impulsó a inscribirme, me acompañó en los entrenamientos, me curó las heridas, me llevó a terapias, me dio aliento cuando nadie apostaba por mí. La que ha insistido y que se enoja porque sabe el potencial que puedo dar”.
P: ¿Cómo se sintió al competir con Yuri Alvear?
AC: “Era mi primera nacional mayores, estaba un poco nerviosa La noche anterior había salido el orden de combate y todos me preguntaban si sabía con quién competía, en ese momento no sabía la magnitud de mi rival. Al día siguiente la vi calentando, fue impresionante a primera vista ya que físicamente me sobrepasaba, estaba definida, era más alta, y tenía porte. Luego del hajime (voz para empezar el combate) gritó y quedé pasmada, me agarró y cuando volví abrir los ojos ya estaba en el piso. Ahí fue cuando aprendí a no sobreestimar a mi rival y me impulsó a trabajar más duro para poder ganarles en un futuro”.
P: ¿Cuáles son los próximos objetivos?
AC: “A corto plazo ser campeona nacional en Ascun; a mediano plazo campeona en el Nacional y Panamericanos élite a disputarse en Bogotá; y a largo plazo ser campeona de los Juegos Nacionales del 2023”.
P: ¿Cuál es su mayor sueño en el judo?
AC: “Creo que mi meta deportiva más grande es ser medallista mundial. Conozco mis límites, mis debilidades y fortalezas, reconozco que entré tarde al deporte y que mi aprendizaje es lento, por eso sé que no alcanzo a los Olímpicos. Sin embargo, y sin demeritar el mundial, es una meta muy alta que sé que puedo alcanzar siempre y cuando me exija, mejore en todos los aspectos y entrene el triple de duro. Es difícil, pero no imposible”.