El conocimiento crítico, comprensivo y explicativo de la historia reciente de Colombia es una imperiosa necesidad, en particular de las generaciones jóvenes de nuestro país, para abrir la posibilidad de construir una sociedad que se encamine hacia la No repetición de los hechos vividos. Es de esperarse que desde el sector educativo se diseñen e implementen programas y proyectos curriculares y extracurriculares orientados a esta formación. En efecto, el interés por abordar la construcción de paz se estipula en los marcos conceptuales y normativos del Ministerio de Educación Nacional, y una de sus principales concreciones está en la creación de la Cátedra de la Paz a través del a Ley 1732 de 2014 y su posterior reglamentación a través del Decreto 1038 de 2015, en el que se establece que todas las instituciones educativas deberán incluir en sus planes de estudio la materia independiente de Cátedra de la Paz antes del 31 de diciembre del 2015. Así mismo, mediante la adhesión de Colombia a la Unesco a través de la Ley 8 de 1947, se asumió su objetivo de una educación que contribuya al mantenimiento de la paz.
Colombia ha estado inmersa en un conflicto armado interno por más de cinco décadas que ha dejado como resultado más de 9 millones de víctimas reportadas por la Unidad para las Víctimas. La Comisión de la Verdad en el informe Hay futuro si hay verdad, entregado al país en junio de 2022, estima que hubo 700.00 homicidios entre 1964 y 2019; de esto, aproximadamente el 80% eran civiles no combatientes. Datos que alertan a cualquiera sobre lo ocurrido y nos interpelan acerca de lo que estamos haciendo como sociedad. No obstante, lo dicho, los adolescentes y jóvenes –en su mayoría– siguen llegando a las universidades sin un contexto claro de lo que ha ocurrido, sin datos precisos, sin la comprensión de los factores explicativos del actual conflicto armado interno que pervive aún; no hay conexión entre causas sociales, económicas, políticas y culturales que se originaron décadas atrás con los problemas que viven o de los que son testigos al día de hoy. Lo curioso es que en educación básica y media se sigue enseñando historia de la colonia, la conquista y la independencia como hechos fundamentales de la conformación de país, sin pasar de la independencia a los procesos seguidos y estructurales que configuran el país que somos. ¿Cuál es la razón de esta situación?, ¿por qué la comprensión del conflicto armado interno de las últimas seis décadas es importante para la construcción de paz?
Una investigación elaborada por Sandra Ríos, (2017), presenta dos razones para la ausencia de enseñanza de la historia reciente del país, lo cual afecta de manera directa su comprensión por parte de los estudiantes. La explicación que ofrece la investigadora tiene dos razones de fondo: una de ellas, la falta de propuestas didácticas innovadoras que motiven a los estudiantes a conocer el conflicto armado; y la segunda, la resistencia de su enseñanza por parte de los docentes, debido a que este es un tema vigente al día de hoy y muy polémico, el cual toca fibras sensibles de la sociedad colombiana.
La formación sobre el conflicto armado interno de Colombia es primordial para generar en las niñas, niños, jóvenes y adolescentes capacidad de reflexión crítica y empatía por el otro ser humano. La conciencia de la importancia de la garantía de los derechos humanos y la sensibilidad para ponerse en el lugar de aquellos que han sufrido las mayores afectaciones de ese conflicto será lo que abra la posibilidad de un compromiso para que los hechos que se han vivido no tengan cabida en la construcción de país.
Pero no cualquier tipo de educación, la opción es de una educación que, ampliando la información sobre la complejidad histórica, multiplicidad de causas, actores del conflicto, afectaciones e impactos, muestre el rostro de las víctimas, aquellas y aquellos a quienes las atrocidades de la guerra los dejó sin nada, incluso sin familia e intentó arrebatarles la dignidad. Este tipo de educación, requiere un anclaje en lo simbólico, en las narrativas artísticas que hablan desde un lenguaje del alma para ofrecer conocimiento y transmitir sentimientos, sensaciones, y movilizar el mundo interior de cada uno de los asistentes a su representación. “El arte tiene una capacidad de convocar y de poner en situación del otro que no generan otro tipo de prácticas”, explica Edwin Cubillos, responsable de cultura del Museo Nacional de la Memoria, en entrevista elaborada por Rossh Amira M.S. (2016), resalta, además en la misma entrevista cómo el arte “permite ser más solidario, más consciente y hasta defender las causas de las víctimas”.
Así, el llamado es a acoger las narrativas artísticas como una de las estrategias privilegiadas para la formación sobre el conflicto armado interno que ha sufrido Colombia y generar en las niñas, niños, jóvenes y adolescentes el aborrecimiento del horror por el que han pasado tantas y tantos seres humanos en el país, a su vez, sembrar la convicción de un horizonte distinto, donde la esperanza sea la que ilumine su caminar.